No camines
a ningún destino, siéntete un vagabundo. Haz de ti un eterno caminante, un ser
de lejanías y ausente.
Tendríamos
que vivir cada día, morder hambrientos la mañana.
Haré con la
alegría una espada para retar a la pena.
No te
desparrames. Entra en mí. Te estaba esperando; sé concisa. Tú líquida y yo
sólido: una misma esencia.
El amor es
espera: una luz escondida en una noche oscura.
Morirá tu
deseo cuando no necesites nada, cuando todo sea perfecto.
No hacemos
viejos porque no podemos apresar el tiempo.
Solo quien
no teme a la muerte se siente ligero y libre.
No cabe una
vida justa en una vida falsa.
Tú, lo
conocías todo; hasta mi vacío.
No conoces
un centro sólido. Sabes que el mundo es líquido.
Se han ido
infinitas vidas sin dejarnos sus huellas. Seres normales o seres anómalos que
solo se han estudiado como estadística.
Un día tu
tristeza se soltará, volará y se irá... Abrirás los ojos llorosos con nuevos
deseos.
El presente
me ha abandonado porque estar o no estar contigo era la medida de mi tiempo.
Quiero lo
esencial: el sol, el agua y tu cuerpo sobre la arena.
Todo es un
tránsito: un espacio indefinido entre un final y un principio.
La belleza
de la vida, la misma vida se la lleva. Todo es una aleatoria circunstancia de
hermosura y pérdida.
A
quienquiera que venga le pido que no me deje su nada.
Nuestro
delirio es la prisa, una prisa que nos enerva, una prisa que nos apresa.
Amar es
atreverse, bailar con lo incierto, ser valiente.
Para sentir
el tiempo (el tiempo que es un misterio) necesitas del olvido y del recuerdo.
De lo
vivido, aunque haya sido fingido, te quedarán dos fantasías: las amadas y las
odiadas.
Te veo
lejos, en el lugar de los olvidos.
No te creas
invulnerable, conócete y aprende que todo fluye, que mañana puedes irte.
La
felicidad es una tentativa: un canto a la vida, un pájaro que vuela.
Nada es,
todo coexiste: todo existe porque otra cosa existe.
No puedo
ser un solo elemento (ni aire, ni tierra, ni agua, ni fuego), sin embargo, algo
de cada uno tengo.
El mundo es
lo que fluye, lo que no permanece.
Déjate
llevar. Renuncia a lo viejo, abraza lo nuevo. Vuelve a tu niño. Déjate amar.
El secreto
de lo humano es el cuidado: uno con otro, el otro con uno.
He de ir
despidiéndome de todo, poco a poco, con el frío, con cada enero.
Quiero tus
ojos sin nubes, quiero ver tus ojos alegres.
Amarte,
apenas seis letras. Donde caben hasta tus alas.
Mi piel sin
tu piel se ha ido cuarteando… Porque mi ilusión se ha ido oxidando, porque me
ha vencido el silencio.
Perderás el
miedo cuando aceptes que cada instante nace con su muerte.
Contigo mis
penas son voces olvidadas.
Solo quien
conoce la intemperie abraza a los abandonados.
Es
corta esta vida. Siempre en despedida.
Sumisión y
osadía: los límites de la vida.
Estamos todos
en el fango, pero algunos son capaces de mirar el cielo.
No te
esclavices con tus propias ficciones.
Consideramos
algo bueno porque lo deseamos.
La
felicidad depende de la opinión que tengas de ella.
Todas las
frustraciones, limitaciones que te ha dado la vida contribuyen a tu felicidad.
El
enamoramiento es ciego, fugaz y sorpresivo, un afecto, no una pasión.
Amar es
desnudarnos, sin miedo, para vestirnos con los ropajes del amado.
Cuando
amamos queremos escapar del tiempo, queremos creer en la eternidad.
Mi adulto
es un vestido frío, una farándula.
Nadie podrá
salvarte si antes no te has caído.
Somos seres
carenciales porque los deseos nos definen. Ansiamos los nuevos frutos de cada
primavera.
Vivir es un
eterno recomenzar. Necesitamos tanto del olvido como de la esperanza.
Hay
suficiente con un solo día para padecer la maldad; y todavía nos sobraría
tiempo.
Nunca
pierdas la mirada del niño; seas joven o viejo.
Este
instante es único e irrepetible. El tiempo sin corazón no sería realmente
tiempo, sería mera duración.