Introducción
No podemos
disociar la conducta de las cogniciones y de las emociones. Así, el objetivo de
la terapia psicológica es trazar una hoja de ruta para que nuestra
idiosincrasia se adecue al mundo de los hechos. Una terapia efectiva implica
diseñar un tratamiento individualizado, asumiendo la realidad social y cultural
del sujeto.
Se han propuesto
diferentes metáforas para comprender las actuales sociedades occidentales:
Bauman nos ha legado la “sociedad líquida”, Beck la “sociedad de la incertidumbre” o el español Castells “la sociedad en la red”.
Hay un consenso en
cuanto que las nuevas formas de interacción social determinan la constante
mutación de las estructuras psicosociales en las sociedades actuales. Las TICs
(tecnologías de la información y la comunicación) han ido permeando la mayoría
de los actos comunicativos, constituyendo lo que se ha denominado el “homo sapiens digital”.
Una intervención
psicológica exitosa implica atender a la idiosincrasia del paciente,
comunicarse en un mismo lenguaje. No podemos obviar que el medio determina la
credibilidad del mensaje. Aristóteles en la Retórica distingue tres elementos
básicos en un discurso con poder de incidir en la realidad: quién habla, para
quién se habla y qué se dice. Podríamos añadir, principalmente en nuestras
sociedades, en dónde se dice. Así, las TICs son unos actores imprescindibles
para comprender dónde reside la autoridad.
Desde los albores
de la psicoterapia su herramienta más determinante ha sido el propio
psicoterapeuta, pero las nuevas TICs han abierto nuevas sendas. Discernir las
ventajas o inconvenientes y su eficacia o ineficacia será uno de los debates más
candentes en la salud mental.
A primera vista el
principal beneficio es su accesibilidad. El objetivo no sería sustituir la
terapia cara a cara por la psicoterapia online, si no explorar un nuevo modo de
hacer llegar la terapia psicológica a las personas que lo necesitan, utilizando
las TICs. Así, la accesibilidad implica una facilidad y oportunidad de recibir
el servicio terapéutico desde donde queramos y sin desplazarnos.
La falta de tiempo
y la soledad son quejas recurrentes que se manifiestan en una alta prevalencia
de los trastornos ansiosos-depresivos en las sociedades desarrolladas. En este
aspecto las TICs nos permitirán acomodar el tiempo de terapia a nuestra agenda
y amortiguar la conciencia de soledad en cuanto las personas en terapia online
pueden interaccionar con el psicoterapeuta en el momento que lo necesiten. Las
TICs pueden crear un espacio íntimo para el paciente. El entorno virtual puede
ser un espacio seguro para el paciente porque rompe la barrera del miedo y
vergüenza de acudir al psicoterapeuta.
Se ha propuesto la
hipótesis de la existencia de una nueva generación denominada “nativos
digitales”, que serían los nacidos en la década 1980-90. La brecha digital
supone una estratificación entre aquellos que están informados y aquellos que
se han quedado fuera de las nuevas tecnologías.
Desde una
perspectiva terapéutica tenemos que asumir los nuevos rasgos psicológicos de
los “nativos digitales”. Así, son multitarea, prefieren un entorno gráfico al
textual y un acceso aleatorio e hipertexual a la información, en vez del lineal
propio de la secuencialidad, el libro y la era analógica. La creación de una
realidad más icónica que textual, de unas tareas de enseñanza-aprendizaje más
colaborativas y menos verticales comporta la necesidad de atender a las TICs
como una herramienta necesaria en la psicoterapia.
La Terapia cognitivo conductual
Se ha demostrado eficacia terapéutica en el abordaje de la
depresión, leve y moderada, tanto con tratamientos psicofarmacológicos como con
tratamientos psicoterapéuticos: Esta eficacia se ha analizado de forma
independiente cada abordaje y/o forma coadyuvante ambos tratamientos. Una de las
técnicas psicoterapéuticas con más experiencia clínica y evidencia científica
para el tratamiento de la depresión es la Terapia cognitivo-conductual.
La TCC (Terapia Cognitivo conductual) apareció en los años
50 del siglo pasado, inspirándose tanto en terapias conductuales como
cognitivas. El modelo basado en las conductas implica asumir que a partir de
una situación, problema o hecho, se derivan pensamientos, emociones,
sensaciones físicas y comportamientos, con interrelación e influencia de unos
en otros.
La TCC es una herramienta terapéutica evidencia científica y
clínica en el tratamiento de diferentes trastornos de la salud mental entre los
que se encuentran los trastornos de ansiedad, la depresión, el trastorno
obsesivo-compulsivo, pánico, agorafobia, bulimia, y trastorno por estrés
postraumático entre otros. En lo que respecta al tratamiento especifico de la
depresión, este abordaje terapéutico viene avalado por estudios sistemáticos de
efectividad, meta análisis, guías clínicas, principalmente durante los últimos
años. Una gran ventaja de la TCC es que se posee diferentes protocolos de
intervención, válidos y fiables, para el tratamiento de la mayoría de los
trastornos psicológicos.
Su leitmotiv es dar una respuesta al malestar del paciente,
a través del análisis de sus cogniciones que modificándolas le permitirán
sentir y, consecuentemente, modificar sus comportamientos. Así, se entiende que
las emociones humanas están basadas en ideas y, por consiguiente, podremos
controlar los sentimientos más intensos cambiando las ideas (Beck, 1983). En
relación a la depresión se entiende que los factores ambientales y cognitivos
son los responsables de la presencia de este trastorno, pues los últimos
influyen sobre los efectos del ambiente en que se desarrolla la persona.