El por qué de la psicología
humanista
Tras muchos años de trayectoria e investigación en diversas universidades
europeas y americanas, la psicología humanista ha alcanzado un estatus propio
como tercera fuerza de la psicología en la actualidad. La visibilidad de un
determinado modelo psicoterapéutico depende tanto de factores intrínsecos -las
aportaciones teóricas y las técnicas de
intervención que ofrece a la comunidad de psicólogos- como de factores
extrínsecos, que se correlacionan con el poder que emana de las instituciones.
Como nos legó Descartes empezamos a pensar cuando somos capaces de dudar,
de entrecomillar, nuestra herencia. En este sentido, las psicologías humanistas
se sentían incómodas con un enfoque atomista, con el reduccionismo, con el
mecanicismo, con el determinismo, con la focalización exclusiva en la
psicopatología, con una epistemología que únicamente aceptaba el método de las
ciencias naturales, con la formación de escuelas cerradas y con las luchas de
poder. Después de la tarea demoledora con la actividad creativa se va construyendo
un nuevo andamiaje. Así, las psicologías humanistas comparten los siguientes
fundamentos:
1.
Una posición holista y sistémica
2.
Un reconocimiento de la libertad y la creatividad
intrínseca al ser humano
3.
Un estudio de las personas autorrealizadas
4.
El reconocimiento de las limitaciones de las
metodologías científicas
5.
La formación de escuelas como sistemas abiertos.
De la piscología humanista se deriva una psicoterapia humanista que asume
los siguientes principios:
1.
El respeto al pluralismo en psicoterapia
2.
El crecimiento personal como meta
3.
La prioridad de las actitudes del psicoterapeuta
4.
La pluralidad y creatividad tecnológicas
5.
La preferencia de lo “experiencial” respecto a lo
“informativo”.
El movimiento humanista se inició en Estados Unidos por la necesidad de
crear un modelo más holista, que incluyera dimensiones como el crecimiento
personal, la capacidad creativa del ser humano o la importancia de la dimensión
emocional y corporal. Las diversas escuelas, próximas o encuadradas, en el
movimiento humanista, como la psicoterapia de la Gestalt (Fritz Perls), el
Análisis Transaccional (Erich Berne), Bioenergética (Alexander Lowen) o autores
como Carl Rogers, Erwin Yalom, Abraham Maslow o Rollo May han sido las fuentes
principales que sustentan el modelo de la psicoterapia integradora humanista
(PIH). implica
La psicoterapia integradora
humanista (PIH)
Los principios filosóficos subyacentes en PIH son.
1. Una perspectiva
holista y sistémica, que implica que la personalidad del un individuo no es la
suma o yuxtaposición de funciones o procesos (cognitivos, emocionales,
conductuales, etc.), sino como un sistema o conjunto organizado idiosincrático,
en constante evolución y desarrollo.
2. Una
perspectiva existencial, que implica un enfoque dinámico que se concentra en la
preocupaciones enraizadas en la existencia del individuo.
3. Una
perspectiva constructivista, que conlleva que todo ser humano goza de la creatividad
necesaria para reconstruir su propia cosmovisión, afrontando sus bloqueos y
distorsiones que le permitirán ser el protagonista de su propio guión de vida.
El objetivo de la terapia en el modelo PIH es la
expresión de la personalidad creadora. En el proceso terapéutico subyace la
idea que las personas somos capaces de superar los obstáculos psicológicos que
nos impiden la apertura a la experiencia, a la independencia de juicio o la
fortaleza del Yo. Para expresar la personalidad creadora se han propuesto
diferentes técnicas de intervención, que conjuntamente con una intensa y
sistemática investigación teórica para proporcionar unos principios filosóficos
sólidos, han permitido trazar los postulados teóricos que sustentan a la PIH:
1. Se
admite la presencia de procesos no conscientes en el comportamiento humano.
2. Es
un modelo psicodinámico en cuanto asume las motivaciones como aspiraciones que
estimulan a los seres humanos a determinados logros, además de aceptar la
variabilidad de las motivaciones (aceptando la distinción entre motivaciones y
metamotivaciones de Maslow).
3. Sostiene
que los valores éticos constituyen un núcleo importante de la personalidad y
con base a ellos constituimos nuestra identidad facilitándonos o impidiéndonos
nuestra evolución personal hacía una autonomía en armonía.
4. Aunque
entiende que hay patrones consistentes de personalidad en la línea de Millon y
Everly contempla el carácter original y único de cada ser humano. En el proceso
terapéutico aspira al encuentro profundo, resaltando la importancia del vínculo
terapéutico –adoptando las actitudes rogerianas de aceptación incondicional
positiva).
5. El
terapeuta tiene un papel activo, además de escuchar empáticamente ofrece
propuestas de exploración concretas y planes de acción.
6. Es
experiencial, concediendo un papel relevante a las emociones, la actividad
imaginaria y a la intuición para abordar los bloqueos y distorsiones.
7. Es
tecnológicamente pluralista y ecléctico en cuanto sus intervenciones son
fundamentalmente idiosincráticas, adaptando las técnicas tanto a las
peculiaridades del sujeto como a los problemas que se pretenden abordar.