sábado, 27 de abril de 2013

Poesias abril


La ira


Abrupta e impetuosa nos carcome,
y a borbotones nos hiere
Supura y supura extenuante,
y a retaguardia nos impele
Desbordada y desborda se infla para anestesiarte,
y aguerrida nos miente
Resacosa y resacosa es impertinente.



El duelo


Súbitamente ya no está,
se va para olvidarse
Imperturbables vivimos ajenos al silencio,
al espacio y el tiempo del odio
Sabemos que un día llamaría,
que no tendríamos tiempo de despido
Sabemos que se acabaría,
que la inmortalidad es un artificio
Degollamos como infames la vida,
carcomiendo lo superfluo
Alegres de la hambruna
nos saciamos con la impotencia
Vuelve el silencio,
el primigenio sonido.

lunes, 22 de abril de 2013

Las clases medias: ¿Quo vadis?



Las potentes armas estadísticas nos permiten situarnos como individuos en un determinado nivel. Los niveles se determinan en relación a una escala que va desde aquellos que gozan de un atributo en toda su plenitud hasta aquellos que lo tienen vedado. Así, pensar en nuestra identidad implica compararnos con otras identidades. Nos categorizamos tanto por pertenencia a unos determinados atributos como por extrañamiento de otros que nos obligan a definirnos.
Habitualmente los economistas definen las clases sociales en relación a su poder económico. Los propietarios gozan de los privilegios de sus propiedades, los capitalistas de su capital y los trabajadores de su trabajo. Fue Tocqueville, que vivió a caballo entre el antiguo régimen y la sociedad moderna, que atisbó que los hábitos de las clases medias dibujarían los contornos de las sociedades modernas. Las clases medias poseen pequeñas propiedades, tienen algo de capital y con su trabajo pueden permitirse ciertos lujos. Lo primordial de la clase media es que su identidad se define por sus habilidades en el mercado.
El mercado es un invento reciente. En cierta medida podemos comprender que la democracia liberal tiene su origen en la unión de la libertad y el comercio. La libertad es un concepto difícil de aprehender porque implica tanto factores sociológicos como psicológicos: uno puede ser libre y sentirse esclavo, y puede ser esclavo y sentirse libre. Centrándonos en el vector sociológico la libertad implica la capacidad de elegir entre distintas opciones. Así, la pluralidad y la capacidad de transformar lo existente son condiciones indispensables para libertad. La centralidad del trabajo en las democracias liberales se asienta en su capacidad generativa. Desde esta perspectiva, las clases medias se definen por la pasión por el bienestar económico porque en este impulso encuentran el modo de definirse en relación a las clases bajas y altas.
El término clase media puede ser empleado en un sentido sociocultural. Plantearse la mentalidad de una determinada clase social implica adentrarse en el terreno huidizo de los valores. El valor que nutre a la clase media es la constante mejora de su condición, de modo que el consumismo desaforado no es una valor central. Los integrantes de la clase media demoran la gratificación inmediata para obtener más réditos, siendo laboriosos y previsores. Son respetuosos con las reglas de juego y trabajan duro para conseguir sus objetivos. Son alérgicos a las revoluciones porque intuyen que pueden trastocarlo todo sin cambiar nada. La centralidad de la mejora constante de su bienestar y el del su familia puede aislarles de sus congéneres de forma que al desentenderse de los asuntos públicos abra la veda para el advenimiento de un despotismo dulce y dúctil.
Este individualismo abstencionista permite que la democracia se vacíe de contenidos morales y legitimándose como un procedimiento para escoger a la clase política se denuesten los valores de participación y control. Unas clases medias dóciles, centradas en su bienestar económico, permite que la clase política imponga sus intereses sin la mirada atenta de los ciudadanos. Atontados se desentienden de todo aquello que no les produzca un beneficio económico.
En tiempos de crisis, el valor de la “mejora constante” se desvanece y hace que muchos miembros de la clase media se replantee su identidad. Si el futuro deja de ser una consecuencia de los actos del presente algunos se embriagaran con el instante, otros se resignaran en su progresiva pauperización y unos pocos lucharan por cambiar las reglas de juego. En la medida que las clases medias se abstienen de los asuntos públicos dejan espacio para que las oligarquías financieras transnacionales impongan las reglas de juego que les benefician.  En el escenario actual ha emergido una nueva clase financiara hegemónica que ha maniatado a los trabajadores e insidiosamente va minando los valores centrales de la clase media.