miércoles, 24 de diciembre de 2008

MÁS ALLÁ DE UNA FELICIDAD HEDONISTA


Para Aristóteles todos los hombres buscamos la felicidad. Podemos plantearnos tres ideas básicas de la felicidad:

a.- felicidad como placer

b.- felicidad como paz personal

c.- felicidad como participación en algo que genera satisfacción tanto en desde una perspectiva personal como comunitaria.

Vamos a explorar la idea de la felicidad que se produce cuando emprendemos una acción corporativa. Podemos definir el espíritu corporativo como un grupo de personas con intereses o preocupaciones compartidas, que viven o trabajan juntos de una forma organizada. Aunar el espíritu personal con el espíritu de comunidad no es un camino sencillo porque de un modo u otro siempre tenemos que “pactar”. La función más noble del pensamiento estriba en abstraernos de nuestra propia “mirada” para vestirnos con los ropajes de las “miradas” de nuestros semejantes. Así, el diálogo es el instrumento más poderoso para alcanzar un tipo de felicidad más allá del hedonismo.

El uso desmesurado de la palabra felicidad puede hacernos pensar que sus contornos son tan difusos que declararse feliz o infeliz carece de sentido. Podemos plantearnos la posibilidad de una “satisfacción humana duradera”, que nos permite señalar dos vectores definitorios:

a.- la satisfacción.

b.- la duración temporal.

Una satisfacción que nos permita alejarnos de un hedonismo individualista presupone tanto el dominio de nuestras “expectativas” como de nuestras convicciones del “deber ser”. Así, ser protagonistas del guión de nuestra propia existencia es un requisito sine qua non de la satisfacción. En relación a la duración temporal nos referimos a la posibilidad de unos fines trascendentes. Los fines trascendentes, a diferencia de los inmanentes, nos permiten ir más allá de nuestra propia vivencia y comprendernos como parte de un conjunto. Cada uno de nosotros, en dependencia de su personalidad y de sus influencias ambientales, escoge una determinada dimensión para logra su “satisfacción duradera”. A modo de ejemplo, podemos plantearnos cuatro dimensiones:

a.- dimensión intelectual, que aspira a la verdad

b.- dimensión estética, que aspira a la belleza

c.- dimensión moral, que aspira a la bondad

d.- dimensión espiritual, que aspira a la unidad

Con estás cuatro dimensiones podemos reinventar el espíritu de nuestro tiempo. Proponemos pensar en la dimensión espiritual, entendiéndola como profundidad y conectividad. El desarrollo espiritual nos permitirá ver una profundidad de sentido y de significado bajo el aspecto superficial de las cosas de nuestro mundo.

Podemos pensar la propuesta que el núcleo de la espiritualidad es la coherencia. No podemos obviar que nos han regalado un individualismo desaforado que envenena nuestra alma. Sostenemos que lo que afecta a uno de nosotros afecta a muchos; todos estamos interconectados en nuestro pasado, en nuestro presente y en nuestro futuro.

sábado, 6 de diciembre de 2008

LA PRESENCIA DE LA CONSCIENCIA EN LAS ORGANIZACIONES


No son muchas las ocasiones en que sentimos que estamos ubicados en el lugar adecuado, saboreando un tiempo que nos pertenece. La mayoría de nuestra vida la dedicamos a cumplir con las expectativas que consideramos imprescindibles para sobrevivir en la sociedad que nos ha tocado. Más allá de la necesidad de cumplir con el mandato biológico de nuestra propia supervivencia, tenemos la capacidad de relacionarnos con nuestro centro (que podríamos denominarlo alma, espíritu, esencia o consciencia). Así, la propuesta es pensar en la posibilidad de una consciencia que incluya tanto “ser consciente” (darse cuenta) como “tener consciencia” (hacerse cargo).

Parece que el tributo del éxito social y económico es vivir ajenos a nuestra textura interna, a “tener consciencia” (hacerse cargo) únicamente del papel que tenemos que representar para que nuestras organizaciones adquieran una inercia que vaya más allá de los designios de las personas que las componen. Las organizaciones desalmadas desaniman a sus miembros, transfigurándose en apisonadoras despiadadas de los sueños de sus moradores.

La nueva dirección por consciencia (DpC) es un proyecto que surge auspiciado intelectualmente por eutôpia (http://www.eutopia.es/es/) que pretende potenciar un diálogo que permita una nueva forma de “ser consciente” (darse cuenta). La DpC pretende facilitar la sinergia entre la triple cuenta de resultados: económicos, ético-sociales y emocionales. Su objetivo es hacer realidad la esperanza colectiva de que “otro mundo sea posible” a partir de que “otra empresa sea posible”.

Más allá de la evolución de un capitalismo “salvaje” a un capitalismo “sostenible”, la DpC propone el oxímoron de capitalismo “sensible”. Un capitalismo “sensible” que pretende combatir dos formas muy recurrentes de insensibilidad: no darnos cuenta de lo que nos rodea y darnos cuenta sin hacer nada al respecto. El diálogo es el primer escalón para “ser conscientes”, para despertar y expandir una nueva “perspectiva”.

Una “perspectiva” que va más allá de la Responsabilidad Social de de la Empresa (RSE), situando a la persona como un fin en sí mismo, más allá de contemplar a los seres humanos y a la naturaleza como un mero recurso a optimizar o maximizar. La propuesta de DpC no es un decálogo de de instrucciones, es la posibilidad de plantearse un “nuevo mapa”.

Nuestro cerebro sólo es capaz de ver aquello que considera posible y, por consiguiente, no distinguimos entre la realidad exterior y la realidad interior. Entrecomillar “lo evidente” es el primer paso para entender que los límites de los imposibles son franqueables. El esfuerzo de reflexionar nos conduce a plantearnos unos “nuevos mapas” que nos permitan entendernos como protagonistas de nuestra propia existencia. El primer requisito es una exhaustiva crítica de los resortes que sustentan nuestros “viejos mapas”, para tener la capacidad de plantearnos la gran cuestión que dota de significación a la vida humana; ¿qué queremos ser?

La DpC propone una nueva sensibilidad, una “mirada” que nos permita volver a plantearnos nuestra textura más intima (alma, espíritu, esencia o consciencia). Trazar los perfiles de nuestra consciencia es una tarea en la que todos tenemos que participar. A modo de propuesta la DpC propone tres niveles es consciencia, cuya integración considera determinante para la dirección de la empresas en nuestra época.

a.- Consciencia de supervivencia. La categoría más básica de consciencia humana está en relación a nuestras necesidades fisiológicas y de seguridad física. Las personas con este tipo de consciencia se definen por la insaciabilidad, por su incapacidad de escuchar a los que disienten, por una exacerbada necesidad de controlarlo todo, por la desconfianza sistemática de sus semejantes, suelen estar en guardia permanentemente y, lo más triste, experimentan frecuentes sentimientos de vacío y soledad.

b.- Consciencia de relación. Nuestra sociabilidad intrínseca nos conduce a crear vinculaciones significativas entre nosotros. La consciencia de relación se expresa en los valores ético-sociales: honestidad, generosidad, respeto o cooperación. El peligro de este tipo de consciencia es que se cimienten en miedos profundos, que intentemos buscar constantemente señales de afecto y reconocimiento. La propuesta kantiana de la “insociable sociabilidad” señala el polo de la necesidad de aunar nuestra supervivencia individual y la pertenencia en una determinada comunidad.

c.- La transformación personal o autorrealización. Maslow ha definido la autorrealización como “un estado evolutivo en que la persona llega a ser más ego-trascendente y más independiente de las necesidades inferiores”. Su conducta deja de ser defensiva y se erige en el portador de un “sentido de existencia”. Algunos indicadores psicológicos son la claridad y percepción eficiente de la realidad, la espontaneidad, la expresividad, la creatividad, el talante democrático, la apertura a nuevas ideas y, ante todo, la capacidad de confiar. La confianza es imprescindible para disolver los miedos que nos agazapan.

La autorrealización presupone que la felicidad no estriba en aferrarse a un hedonismo chato (búsqueda exclusiva de un placer sorpresivo y fugaz), ni en una serenidad (materializado con el desapego budista) ajena a los acontecimientos, si no el compromiso con una causa exterior que nos trasciende. Lamentablemente la introspección que nos permite plantearnos nuestro sentido de la existencia proviene de situaciones límites (un acontecimiento vital desgarrador, una experiencia laboral inusitada o cualquier hecho que nos haga replantearnos los fines últimos de nuestra vida). Así, el estado de conciencia de autorrealización nos permite contribuir significativamente desde nuestra textura interna a un proyecto que nos permita “tener consciencia” (hacerse cargo) de lo queremos llegar a ser. El profesor Salvador García tiene una propuesta de “mapa” que podríamos comentar en nuevos artículos.

lunes, 24 de noviembre de 2008

LA RUTINIZACIÓN DEL LIDERAZGO CARISMÁTICO


Resumen

Nos planteamos el análisis del liderazgo carismático de Weber como un modo de generar una “conciencia colectiva” capaz de producir cambios institucionales. Con los “tipos ideales” de autoridad carismática y autoridad legal proponemos la hipótesis que un liderazgo carismático, en base a una “ética de las convicciones”, puede subvertir el orden establecido. Sin obviar la importancia de los rasgos personales del líder carismático nos centramos en tres aspectos fundamentales de carácter psicosocial: la explicitación de unos valores que aglutinen a los individuos en una “conciencia colectiva”, la necesidad de una “conciencia de crisis” y la constatación que el carisma acaba arrutinándose con el proceso de despersonalización que se produce con la preeminencia de la autoridad legal. El peligro del liderazgo carismático estriba en adueñarse de un “sentimiento de crisis permanente”. Una vez que el liderazgo carismático ha conseguido permear de dignidad nuestra “conciencia colectiva” adormecida debería dar paso a un liderazgo democrático.

Descriptores; Liderazgo carismático, tipos de autoridad, conciencia colectiva

La sociología política de Max Weber

Desde la sociología política de Max Weber podemos definir el poder como la posibilidad de imponer la voluntad de una persona sobre el comportamiento de las otras. Por otro lado, la dominación designa la relación de poder en la que la persona que impone su voluntad a otras cree que tiene derecho al ejercicio del poder, y el gobernado considera su deber es obedecer las órdenes de aquél. La dominación, cuando se ejerce sobre un extenso número de personas, exige una organización administrativa que ejecute las órdenes y sirva de puente entre los gobernantes y gobernados. Así, Weber plantea una tipología de la dominación en base de las creencias sobre la legitimación y la organización administrativa.

a) Carismática. Legitimación = “dotado de gracia”

Organización administrativa = inestable

b) Tradicional. Legitimación = “eterno ayer” (órdenes personales y arbitrarias dentro de los límites marcados por la costumbre)

Organización administrativa = puede tomar dos formas: 1.- patrimonial, donde los funcionarios son parientes criados, servidores personales. 2.-feudal donde los funcionarios están vinculados al señor en virtud de un juramente de fidelidad.

c) Legal. Legitimación = “leyes establecidas por un procedimiento correcto, aceptado tanto por gobernantes como por gobernados.

Organización administrativa = Burocracia que presupone la separación estricta entre renta privada y oficial.

Podemos definir la realidad política actual desde diversas dimensiones, pero en este artículo proponemos la tesis que lo que define a la política actual es la preeminencia de un proceso de racionalización sistemático, específico de la dominación legal, que burocratiza gradualmente todas las instituciones sociales. En la mayoría de los ámbitos institucionales se reclaman reglas racionales para alcanzar la máxima eficiencia o el máximo rendimiento. Este exitoso proceso comporta olvidarse de las personas, ya que en nombre de la eficacia y la justicia se instauran unos procesos impersonales, a la vez que necesariamente se mutila la capacidad de guiar nuestra existencia en base a una determinada elección de valores.

La neutralidad axiológica es el peaje más caro con el que tenemos que contribuir para asegurarnos la eficacia en el ejercicio del poder. Si definimos diáfanamente la política como la “ciencia del orden” nos referimos a su capacidad específica de gestionar el espacio público, pero nos olvidamos de la posibilidad de producir cambios en base a un proyecto que se funda en valores.

Nos interesa centrarnos en la política como una actividad que es capaz de llevar a cabo un proyecto que se aglutina en torno unos valores. Desde esta perspectiva vamos analizar el liderazgo carismático.

El liderazgo carismático

Los análisis del liderazgo carismático proceden del campo religioso. En el discurso teológico cristiano significa el “don de la gracia”, asemejándose en algunos sentidos a la idea griega de “hombre divino”, o al concepto romano de “facilitas”. Así, los primeros teóricos lo entendían como un liderazgo basado en el llamamiento trascendente de un ser divino en el que creían la persona llamada y sus secuaces. La mayoría de los teóricos apuntan a que el líder carismático es capaz de movilizar a sus seguidores en base a unas creencias que dotan de sentido tanto a su existencia personal como colectiva. La hipótesis es que los seres humanos nos sostenemos en base a unas creencias que nos permiten asignarnos una determinada identidad. El carácter mesiánico del líder carismático estriba en su poder salvador; en su capacidad de ofrecer un sentido determinado a la existencia de sus seguidores. Es el portador de una “nueva visión” que viene a resarcirnos de nuestras penurias.

La clave de la reacción carismática de los secuaces al líder estriba en la desgracia que éstos experimentan. La “conciencia de crisis” es necesaria para el surgimiento del liderazgo carismático. Nos podemos plantear la tesis que mientras que el orden en la dominación legal se cimienta en el miedo al castigo que sienten los dominados cuando incumplen sus regulaciones, la autoridad carismática se asienta en su capacidad generativa de un proyecto liberador. Se puede argüir que en la dominación legal se cumplen sus preceptos en base al convencimiento que es un sistema adecuado para una convivencia pacífica, pero la misma organización administrativa, la burocracia, exige en nombre de su eficacia olvidarse de las convicciones personales. Siguiendo el marco de la teoría weberina, el liderazgo carismático se opone a la burocracia, al tipo de dominación legal. El sociólogo alemán avista la paradoja de la burocracia

La paradoja de la burocracia

La burocratización y racionalización crecientes acarrean una paradoja básica: la máxima eficacia que resulta de la creciente burocratización del mundo moderno constituye la mayor amenaza para la libertad individual y las instituciones democráticas de las sociedades occidentales. Así, el desafío puede ser la lucha contra toda estructura que, reclamando entidad metafísica o validez general, asfixie las demandas concretas de los individuos. Debemos luchar como Simmel nos advirtió contra la cosificación. Olvidarnos que el hombre es un ser que siente y que el componente no racional del comportamiento humano (emociones, creencias, valores basados en decisiones éticas) es imprescindible. En este sentido Vilfredo Pareto afirma que el elemento no racional del comportamiento humano supera al racional. En su opinión hay ciertos “sentimientos” relativamente invariables en la vida humana, a cuya expresión denomina “residuos”, que constituyen los determinantes de la acción.

Una burocracia muy desarrollada constituye una de las organizaciones sociales más difíciles de destruir, bien sea desde dentro (por los propios funcionarios) o desde fuera (por los dominados). En toda organización hay un claro proceso de disciplina que atenúa, engulléndolos o depurándolos, a los que atentan contra su orden inercial.

Más allá de los valores que inspiraron la instauración de una burocracia plenipotenciaria, se legitima por su irresistible capacidad de gestión, por su capacidad de obtener resultados cuantificables. Todo gestor exitoso se justifica con base a una “ética del éxito”.

Weber pensaba que el gran problema de la dominación burocrática es que tiende a superar su mera función instrumental, adjudicándose decisiones estratégicas. Proponemos centrarnos en la necesidad de una “ética de convicciones” en el liderazgo carismático.

Ética del éxito o ética de las convicciones en el liderazgo carismático.

Más allá del sarampión de las posmodernidad, pensamos que no tendría sentido plantearse que los valores, que dan sentido a nuestra existencia, derivasen exclusivamente de la cultura existente o de una antigua tradición, ni de unos sistemas éticos formales, que resultan vacíos y carentes de vida. Asumiendo un tipo de ser humano, que con sus contradicciones, es libre para escoger sus propios valores proponemos un “decisionismo ético”. El centro de nuestra propuesta ética es la dignidad de todo ser humano, que presupone tanto la autenticidad como valor intrasubejtivo y la aceptación como valor intersubjetivo. La dignidad no es ni más ni menos que la capacidad de elegir nuestro propio destino.

El líder carismático, más allá de cualquier consideración moral, es capaz de ofrecer valores que dotan de dignidad a la existencia del colectivo que lidera. Genera una “conciencia colectiva” que si se asienta en una “ética de las convicciones” la acción política se regenera. La distinción entre una “ética del éxito”, que presupone que las acciones se justifican en base a sus resultados, y una ética de la convicciones, que se atiene a un comportamiento en base a unas creencias sobre cómo deberían ser digna una vida humana, nos puede ayudar a dilucidar un liderazgo carismático generador de cambios sociales.

Nos podemos plantear la hipótesis que el líder carismático cimienta su poder de seducción en una “ética del éxito”, es decir, en la posibilidad de dominar a las masas a su antojo. El análisis teórico que proponemos se funda en la posibilidad de entender el líder carismático como el portador de una nueva ideología, que a su vez es capaz, en virtud de sus cualidades personales, de aglutinar en una conciencia colectiva a innumerables individuos, que en su cotidianidad se ignoraban.

El poder carismático puede subvertir el orden establecido porque representa las fuerzas sociales espontáneas y creadoras. El problema surge cuando el carisma acaba arrutinándose al llegar a ser una parte sustancial del poder establecido. Históricamente, comprobamos que la dialéctica entre carisma y rutina se decanta por la preponderancia de la racionalidad formal que acaba asfixiando a los gobiernos carismáticos. Así, nuestra hipótesis es que el liderazgo carismático es crucial en las elecciones y acaba arrutinándose con el ejercicio del poder. Por otra parte, el liderazgo carismático surge en los momentos de crisis con la misión de cambiar un sistema decadente, erigiéndose como el abanderado de una nueva promesa de bienestar y felicidad.

En el tipo de dominación carismática el centro de tensión e inestabilidad se encuentra en el proceso de despersonalización del carisma. Su caducidad se explica por su mismo poder revolucionario, pseudorevolucionario o sedicioso. El líder carismático en nombre de la pasión por su proyecto exige la fidelidad de sus secuaces y, por consiguiente, puede inspirar tanto odio como amor. Un análisis descriptivo supone comprender que un determinado tipo de dominación carismática, basada en una “ética de las convicciones”, es un antídoto eficaz de la indiferencia política, en cuanto es capaz de generar una “conciencia colectiva” que es capaz de despertar a los somnolientos ciudadanos de occidente.

En las últimas elecciones estadounidenses Barack Obama ha sido definido como un líder carismático. Así, la mayoría de los medios de comunicación social se han centrado en su personalidad para dilucidar su liderazgo carismático. Han señalado su capacidad de generar confianza a sus seguidores, de su credibilidad, de su empatía, jovialidad, sociabilidad o de su inteligencia social. Desde la psicología política no sólo tenemos que plantearnos las características psicológicas de los líderes carismáticos, sino también las condiciones sociales, políticas, culturales y psicológicas de un colectivo que permiten aupar a un determinado líder carismático. Teorizamos de la mano de Weber en cuanto es el teórico más suspicaz a la hora de proponer un marco teórico que nos permite aunar la desusada “psicología de los pueblos” con la “psicología individual del portador del carisma”. Así, nos lega la necesidad de una “ética de convicciones” para generar auténticos cambios sociales y políticos. La “ética de convicciones” permite una comunión inaudita del líder con sus devotos, en cuanto se genera una nueva “conciencia colectiva”. Señala la necesidad de un “sentimiento de crisis” que sólo puede erradicarse con el advenimiento de un nuevo mesías. Finalmente, enfatiza que el carisma acaba arrutinándose con el ejercicio del poder. El líder carismático en cuanto crea una nueva “conciencia colectiva”, cimentada en unos determinados valores, es capaz de producir cambios en las instituciones. Una vez consolidados los cambios institucionales, la maquinaria burocrática, en base a su propia eficacia, se encargará de despersonalizar la autoridad carismática.

El peligro del liderazgo carismático estriba en perpetuarse en el poder institucional una vez ha generado la “conciencia colectiva” necesaria para una verdadera dirección política y se asienta en un “sentimiento de crisis permanente”. El liderazgo carismático, basado en una “ética de convicciones”, tiene que dar paso a un liderazgo democrático cuando los valores que le impelían han permeado en las instituciones políticas y administrativas. Inevitablemente la legitimidad del liderazgo carismático descansa en su capacidad de desaparecer cuando los cambios han generado una nueva “conciencia colectiva” y, por consiguiente, el verdadero peligro es entender exclusivamente el liderazgo carismático en base a una “ética del éxito”.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Consumiendo nos consumimos

El capitalismo en Occidente se ha definido por la preponderancia de la economía industrial y comercial. En sus albores la dinámica social -la posibilidad de cambiar la posición social a través de las ganancias materiales- se constituyó en la base que permitía a las clases medias ocupar el verdadero protagonismo en las actividades económicas. La maniobra más audaz del capitalismo actual ha sido eliminar el desusado concepto de clases sociales para hacernos a todos consumidores. El verdadero peligro es que el triunfo apoteósico del consumo nos consuma como seres humanos.

Nos hemos apertrechado en un individualismo, que cimentado en la pasión general por alcanzar el bienestar económico, no se plantea la existencia de unos valores comunes. Los pensadores modernos entendieron que la insaciabilidad de los individuos producía beneficios sociales y, por consiguiente, abrieron la veda para no plantearse los fines que confieren dignidad a las sociedades humanas. La economía que emergió como una ciencia social instrumental, para implementar determinadas decisiones colectivas, se ha ido fraguando en un todopoderoso oráculo para explicar nuestras alegrías y desdichas.

Hemos olvidado que nuestros deseos son inextricables tanto a nuestras necesidades vitales como a nuestras creencias sobre la buena vida. Nuestros miedos se han transvertido en ansiedades. Así, como un barco que no sabe a dónde va, cualquier viento nos empuja a rodapelo. La sensación que somos unas marionetas que bailan al son de unas leyes económicas, con una vida propia ajena a nuestros designios, configura un determinado tipo de ser humano.

La ausencia de frenos a unos procesos económicos que nos engullen subrepticiamente, sin reconocer nítidamente las causas, nos causa desazón. Una congoja que se alimenta con el vértigo de una vida social sin asideros, sin unos valores que nos proporcionen una determinada identidad. El nuevo tipo de ser humano se define por la incertidumbre, por su estado líquido o por la necesidad de asumir riesgos que le sobrepasan.

El amor por los goces materiales de los modernos conformó un determinado tipo de ser humano, caracterizado por la conciencia que su salvación personal se dirimía en su ascensión económica y social. El individuo de las sociedades modernas podía aspirar, con su propio esfuerzo, a cualquier profesión porque con el desvanecimiento de las sociedades aristocráticas desparecieron las prerrogativas de linaje y fortuna. La idea de progreso ha sido una promesa más funesta del consumo sin fin.

El consumismo no va más allá del presente, arrincona al pasado por ausente y al futuro por incierto. El lema subliminal y silencioso que nos determina lo podríamos formular de la siguiente manera; “vive de forma exhausta tú presente porque es lo único que te puedo ofrecer”. La economía consumista consume a sus usuarios rechazado el pasado por inútil e hipotecando el futuro por la carencia de un proyecto.

Si arrancamos la utopía de la existencia humana no nos queda más que santificar lo dado. Sin convicciones, sin ideas de “lo que queremos ser” llegamos “hacer lo que quieren que hagamos”. Una nueva economía requiere de la tarea filosófica más noble; “plantearnos buenas preguntas”.

Kant nos legó cuatro preguntas fundamentales: ¿qué puedo hacer?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe esperar? y un última, que respondería las tres anteriores, ¿qué es el hombre? La economía como ciencia se circunscribe en los límites de la primera pregunta, los políticos visionarios pretenden responder tímidamente a la segunda y la tercera es un terreno exclusivo para los teólogos. Reducir todas las preguntas a nuestra naturaleza presupone que podemos definirla y, que a su vez, nuestros deseos se explican por nuestra propia idiosincrasia en relación con los otros animales.

Podemos centrarnos en la idea que el nivel más abstracto de nuestra sociabilidad se patentiza en la centralidad de nuestras relaciones económicas. Intercambiamos bienes tanto en base a nuestras necesidades de subsistencia vital como a la simbología que amalgama nuestras culturas. Somos seres simbólicos que podemos prometer.

El consumo es el símbolo que define a la nueva economía. Ya no tenemos el miedo a las hambrunas que arrasaban a nuestros abuelos o a los terratenientes que organizaban su cortijo a su antojo, ahora la ansiedad se produce porque nos han ofrecido una libertad que no somos capaces de gestionar. Ya no hay fines por los que uno debe esforzarse para alcanzarlos, nuestro carácter se define por consumir todo aquello que se nos ofrece. Somos un receptáculo aderezado por una propaganda que se dirige a nuestra constitución emocional, que nos transfigura en meras mercancías.

El consumo desaforado es el símbolo de la economía actual porque permite la homogeneización de todas culturas locales en una cultura planetaria. Los símbolos son imprescindibles para la libertad humana al dotar de significado a entornos impersonales, pero cuando carecen de un significado constitutivo, formadores de una identidad personal que trasciende al mero consumo del presente, nos abalanzamos a la búsqueda de ofertas totalitarias redentoras.

El consumo nos define sin permitirnos generar proyectos más allá del presente que habitamos. Los más hastiados se abrazan a unas creencias con la promesa de un mundo quimérico. Los que resistimos en la frontera tenemos intacta la capacidad de leer lentamente los acontecimientos para proponernos los valores que puede conferir dignidad a la vida humana.

Una nueva economía presupone volver a pensar, a una lectura lenta de los acontecimientos para plantearnos qué queremos ser. La pregunta nos conduce a valores, a decisiones éticas. Sostengo que los valores cálidos como la solidaridad, la aceptación del diferente o la amistad pueden ser los vectores para trazar los planes de una nueva economía. No reniego de los valores fríos como la justicia, la tolerancia o la competencia, pero no podemos olvidar que el peligro más humano es esclavizarnos con nuestras propias creaciones. El consumo desaforado nos consume porque nunca llegará a ser un fin en si mismo. Podremos gestionar nuestra libertad en la medida que seamos capaces de entender que es el hombre el que piensa.

viernes, 12 de septiembre de 2008

TE HAS IDO

Te he perdido mientras te buscaba.

Disfrutábamos del presente porque olvidamos nuestro pasado.

Mi única realidad fue la fuerza telúrica de tu presencia.

Y tú sabías que no teníamos futuro.

Te has ido mientras soñaba.

Nuestra quimera se desvaneció con la desfachatez de mi inocencia.

En mi locura de haberte apresado te esfumaste.

Y divagué con la perennidad de nuestras ilusiones.

Te has oscurecido mientras crecía.

Tan adulto como adulterado presiento la pena de tu ausencia.

Sucumbí ante la luz imperecedera de tu alma.

Y hoy las sombras son las que inundan mi ánimo.

Te has marchado mientras te amaba.

Empecé a desearte antes que quererte.

Vivía para relamerme con el aroma de nuestra vivencia.

Y el vértigo de tu distancia me sumió en la desesperanza.

Te has levantado mientras dormía.

Me costará despertarme, sentir en mi soledad tu olvido.

Volveré a buscarte para adormecerme.

Y no madrugaré para no extrañarte.

Te has ido mientras vivía.

Ahora sé que la promesa del mañana ha dado paso a la nostalgia.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Resumen pensamiento griego

PRESOCRÁTICOS

Los primeros filósofos son materialistas porque se plantean un principio (arjé) material que pueda explicar, más allá de los mitos, el origen y fin de la naturaleza. El pensamiento mítico estaba muy ligado a la religión, a unas creencias que se transmitían de generación en generación, mientras el pensamiento presocrático presupone la indagación por medio de la observación. Representa una nueva actitud de afrontar la realidad, de preguntar más allá de las creencias y buscar un fundamento explicativo. Atreverse a preguntar y ofrecer respuestas diferentes es una actitud que rompe la idea mítica de moira (destino) y se comete hybris (desmesura que el héroe violenta su cometido).

Hay dos escuelas: los milesos (Tales, Anaximandro y Anaxímines) y los Pitágoricos.

Tales de Mileto fue ingeniero y matemático, famoso por la predicción de un eclipse. El principio es el agua “Todo es agua, nada es fuera del agua”. Lo destacable es que argumenta su principio con la observación (“las semillas son húmedas”). A nivel antropológico anunció que “todo está lleno de Dioses” que presupone que los dioses son hombres y los hombres son dioses.

Anaximandro dialoga con Tales y le pregunta: sí el agua se sostiene en el agua, ¿dónde se sostiene el agua?. Su principio es el apeirón (lo indeterminado, no concreto, invisible, amorfo, ilimitado). El apeirón es un nivel más alto de abstracción que Tales. Para Anaximandro los cuatro elementos míticos (fuego, tierra, aire y agua) son determinaciones del apeirón. Lo indeterminado sería lo más parecido al concepto de energía. Anaximandro reconoce un proceso regular:

“Principio y origen de todas la cosas es lo apearon. Donde las cosas tienen su origen, allí va también su perecer, según necesidad. Pues se paga recíprocamente castigo por injusticia según el orden del tiempo.”

Fue el primer pensador evolucionista (el hombre proviene del pez; aunque se basa en un presupuesto erróneo).

Anaxímines, contemporáneo a Anixamandro, el arjé es el aire (un intermedio entre el agua y el apeirón).

La escuela de Mileto se sustenta en un monismo de la sustancia, son cosmólogos y no se plantean temas religiosos y no tienen una visión ética-sociológica. Hay cuatro puntos a destacar del logos de los presocráticos:

1.- La idea de explicar algo es reducir la multiplicidad a una unidad.

2.- El devenir es explicado cuando se le entiende como transformaciones de un sustrato.

3.- La búsqueda de una causa.

4.- Distinción entre esencia y fenómeno.

Son ingenuos:

1.- Desde el punto de vista racional esencia es diferente de apariencia.

2.- No se distingue entre individuo y propiedad

3.- Equiparación entre saber y objeto.

Los pitágoricos es una especie de logia que guardaban celosamente sus conocimientos. Su arjé son los números (que son inmateriales, abstractos). Respeto a los milesos son dualistas: hay un paso del monismo de la sustancia al dualismo (día/noche, hombre/mujer). Tenían una clara influencia orfica y rendían culto a Dionisios (lo caótico, placeres, orgías, oscuro). Tenían creencias de tipo místico y propugnaban una vida sana para cultivar el espíritu.

Jenófones de Colofón propone una teología constructiva: existe una divinidad no antropomórfica. Lo uno es Dios, señala la limitación del conocimiento humano.

“un solo Dios, el mayor entre los dioses y los hombres, no semejante a los mortales ni en su cuerpo ni en su pensamiento”.

Los padres de la metafísica y la ontología son Heráclito y Parménides:

Heráclito entiende la filosofía como una totalidad (Aristóteles fue quien separa la filosofía de otras ciencias: la filosofía es el estudio del ser en cuanto ser).

Pensaba que la polis (ciudad estado griego) es una oposición de contrarios, de lucha de clases y percibe la lucha política (aristocracia-democracia).

“Es sabio convenir que todas las cosas son una”.

Distingue entre tres tipos de hombres: 1.- los que han entendido el logos. 2.- los que han oído el logos, pero no lo han entendido. 3.- los que no lo han oído ni lo han entendido.

“El logos (verdad, método, fuego, ley, esencia, razón, lo común, la divinidad) es uno, pero los hombres viven fijándose en la multiplicidad”.

La verdad es aquello que está oculto: “la realidad gusta ocultarse”. Todos los conocimientos comienzan por los sentidos, pero deben ser interpretados: “todas las cosas ocurren según el logos”. La función del filósofo será buscar las leyes, las regularidades de la naturaleza: todo está sometido a un cambio según la oposición de contrarios. Lo que sucede en la realidad no es debido al azar, todo está sometido a una ley (no dictaminada por la divinidad)… las leyes no las crea nadie, están en la naturaleza.

“El logos es lo común y sin embargo los hombres tienen inteligencia particular”. El concepto de unidad forma parte de la realidad perceptiva: “todas las cosas se gobiernan a través de todas la cosas”.

“La guerra es el padre y el rey de todas las cosas”: El concepto de armonía no es estático, uniforme, no es la medida entre dos extremos, es la existencia de opuestos en todos los ámbitos de las cosas.

La necesidad no es el destino fijado por los dioses; la necesidad es aquello que sucede en el universo: “es necesario que el pueblo luche por la ley como la muralla de su ciudad”. Ley=divinidad.

A partir de Heráclito los términos filosóficos comienzan a ser polisémicos: en el mundo mítico las palabras tienen eficacia de cumplimiento, con Heráclito el logos representa el significado oculto de las cosas.

Parménides escribe su obra en hexámetros y la divide en dos partes: vía de la verdad y vía de la opinión. Novedosamente utiliza el concepto de ser como un sustantivo (“el ser”), lo utiliza como sujeto, como si fuera un nombre, antes sólo tenía el sentido copulativo. El concepto de ser se opone al devenir y al morir (“la existencia de los dioses es eterna”). Aunque parece una tautología afirmar que “el ser es”, enfatiza que el ser es la característica común a todas las cosas (Aristóteles afirma que “el ser se dice de muchas maneras, aunque en orden a una sola cosa” –sustancia, substare aquello que hay debajo). “El ser existe, el no ser no existe”. Tres interpretaciones:

1.- Jaeger. Atribuir los atributos de la divinidad al ser. Lo emparienta con Jenófones.

2.- Burner. Emparienta con los milesos. Explicación material, pitágoricos importancia del número (para Platón importancia de los formal).

3.- Colagero. Interpretación legista o formalista. Argumenta de una forma lógica porque era un legislador.

Proemio: Escrito en lenguaje religioso. La verdad entendida como iluminación, descubrimiento que adviene después de un viaje:

1.- Esta interesado en la racionalidad lógica

2.- Verdad ligada al concepto de ser

3.- Verdad opuesta opinión de los mortales

4.- Verdad es racionalidad

5.- El método se alegoriza con el concepto de camino.

Nos propone dos metáforas:

1.- Eliades (hijas del sol). La verdad tiene un carácter de iluminación.

2.- Puerta de día y de noche. Se necesita una metodología para alcanzar la verdad.

No es un poema religioso, sólo desde el punto de vista formal, aunque se puede interpretar como una invitación de ir de la oscuridad a la luz. Tenía conciencia de la novedad que aportaba:

“Mi camino está fuera del trillado sendero de los hombres”. Es consciente que es una filosofía abstracta que se aparta de las filosofías anteriores y del sentido común. Afirma que es necesario conocer todas las opiniones para criticarlas. Como legislador entiende que la verdad es necesaria, no contingente, inmutable y redonda.

Vía de la verdad: Explica los signos del ser y sus manifestaciones. El ser se fundamenta en el principio de no contradicción. Identifica el ser con el pensar, mientras el no ser no tiene ningún tipo de existencia. Al principio parece que propone tres vías: 1.- la verdad (donde se comienza se llegará, la circularidad). 2.- no ser. 3.- la opinión. Después afirma que sólo existe una vía; la del ser. Su argumentación es circular y siempre utiliza el ser en singular.

Sí el pensar y el ser son lo mismo el no ser no puede ser pensado. ¿cómo entiende el ser?.. lo entiende como una esfera, si se refiriese al cosmos no podría existir el no cosmos. Tres interpretaciones:

1.- “Lo que puede decirse y pensarse debe ser” Int. Formalista.

2.- “Se debe decir y pensar lo que es, pues es posible ser mientras que la nada no es posible” Int. Realista.

3.- “Para el poner que reúne tanto como el percibir este es necesario: el ente en su ser” Int. Heidegger. El lenguaje es más abstracto que la complejidad del mundo y, por consiguiente, el lenguaje reúne, es más selectivo (Nietzsche es consciente que al hablar despreciamos los decimales, redondeamos). Parménides lo que intenta es hacer una reunión esencializadora.

Vía de la opinión: el mundo sensorial no es absolutamente verdadero, sino que es algo verosímil. Sostiene que los mortales basándose en la vía de la opinión se equivocan cuando afirman que el ser es material, visible. Aunque, como sostiene Platón, Parménides es el iniciador del idealismo tiene una teoría materialista del conocimiento: una cosa es cómo se genera y otra cómo se articula… el conocimiento se genera a través de la sensación, pero una vez asimilado sus leyes no dependen de la realidad empírica. (podría interpretarse como un precedente de la crítica de la razón pura de Kant que afirma que todo conocimiento comienza por la experiencia, pero no por ello todo procede de ella.. se requiere de unos conocimientos a priori que permite dar orden a la experiencia sensible).

Sofistas:

En esta época surge la tragedia y las preocupaciones se centran en los temas humanos (justicia, valor..)

Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas, en cuanto lo son y en cuanto no lo son”. El hombre es el criterio de verdad, pero es subjetivo, desligado de la divinidad o entidad exterior. Es una época de relativismo:

1.- Disolución de valores religiosos

2.- Procesos de relativización histórica

3.- Polis comienza a oponerse.

Georgias: El hombre no es capaz de conocer con absoluta certeza la verdad y sí la hubiera no podría ser perfectamente expresado por las palabras.

Antifonte: “Así como se siembra se recoge”.

Los sofistas a diferencia de los pitagóricos, que la educación era fundamentalmente un sistema de selección, la educación es abierta. El principal problema para los sofistas es la anomia (carencia de leyes) ya que sostienen que conduce a la tiranía.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Las voces del bosque

No tengo miedos ni desdichas. La quemazón por la frugalidad de nuestra naturaleza siempre me ha causado una desazón inexplicable. Siento que tanto podría estar como no estar. Habito con la conciencia de mi ausencia.

Estoy en este frondoso bosque preguntándome dónde se encontrará mi descendencia. No tengo ningún hombre en mi vida, mi universo se limita a un trabajo repetitivo aderezado con las visitas dominicales de mi primo desahuciado. Estoy vacía. Suspiro por el hijo que no tengo. Tan absorta en mi devaneos internos me he olvidado de mi propia trascendencia.

Las voces que me persiguen me anuncian monótonamente una nueva vida. Sé que quiero escapar de mi abismo, sentir el vértigo de los acontecimientos. Ansiamos la permanencia, mientras la vida se empecina en mostrarnos la transitoriedad de todo lo que nos ocurre. Soy como un árbol plantado más allá de los límites de su ecosistema. El sentido surge cuando te reconoces con los otros y al mismo tiempo reivindicas tu idiosincrasia.

Los árboles impetuosos ascienden altivos más allá de sus raíces. Me fascina la potencia de unos troncos capaces de sostener el peso desmesurado de los frutos primaverales. Recuerdo como el invierno tamizó con hojas secas mis pasos cansinos de enero. Hoy, el viento saludable colorea mi sueño. Me resisto a soñar en un mundo de apariencias. He aprendido que escaparse de lo evidente para reconocer aquello que nos sostiene es la divisa de los que desconfían de las emociones. Quien no duda, no avanza. Nos han vendido la idea que necesitamos una cantidad ingente de insatisfacciones para consumir experiencias primigenias.

El bosque existe porque lo vivo. Ajenos a sus propios ruidos nos apertrechamos de unas botas campestres para traspasarlo, para olvidar que constituimos una pieza mínima de una totalidad que existe por sí misma. El bosque impertérrito engulle a los osados que no respetan su equilibrio. En tanto que la voluntad de dominio define nuestra naturaleza, nos aferramos a nuestras propias miserias porque tenemos miedo de ser libres.

Soy libre porque estoy sola. Los afectos nos atan, nos encadenan a otras existencias. Ahora, sentada en el pedrusco de mi bosque entiendo que el peor enemigo reside en nosotros mismos. Nos han atrofiado nuestra mirada, nos han convertido en unos irrisorios seres que creen que su felicidad se conjuga con el poder.

Siempre he tenido dificultades para delimitar los contornos de mis anhelos. La exhuberancia de mi bosque pirenaico me inspira, permite que mis voces confusas se clareen con la fuerza del deseo de encontrarme a mí misma. Las apetencias son fugitivas y furtivas, mientras los deseos emanan de nuestra propia constitución. Una desea ser lo que su propia naturaleza le empuja. Empiezo a comprender aquello que me decía mi abuela “llega a ser lo que eres”.

Escuchando el ruido de los pájaros que se mecen en las quebradizas ramas de los altivos pinos o saboreando el discurrir del agua brava entre piedras desgastadas o dejándome invadir por el olor sedoso de la escarcha matinal puedo sentirme desnuda. Sin ropajes, sin máscaras puedo comprenderme como un ser con contradicciones irresolubles. Necesito a los demás y adoro mi autonomía, amo y odio a la misma persona, quiero ser educada y disfruto siendo una descarriada, me gusta ser poseída y me deleito poseyendo, hasta adoro y detesto a mis amigos. Lo más grotesco es que necesito a mis enemigos para sentirme viva.

He pasado muchos ratos en este bosque, pero hoy siento que me esperaba desde hace mucho tiempo. Solemos olvidar lo obvio, que a la luz le sigue la oscuridad, que después de soñar tenemos que despertarnos.

Los escenarios importan, nos hacen ser de una determinada manera. En los desiertos nace la fe, se siente la necesidad de alguien que nos proteja de las inclemencias. En las estepas la mirada de los frágiles cazadores languidece en un horizonte inabarcable. En los bosques las luces y las sombras invitan tanto a la alegría como a la tristeza, muestran la misma esencia de la existencia humana.

Regocijo por la exhuberancia y congoja por la finitud de toda existencia. Como en un eterno retorno los ciclos de mi bosque me enseñan a no tener miedos ni desdichas. No dejaré de escuchar las voces de mi bosque.

jueves, 21 de agosto de 2008

poesías de verano 2008

LA CARICIA DE JUNIO

Fuiste mi caricia de junio,

la ráfaga del cambio anhelado,

y el sueño mil veces repetido.

Iluminaste cada rincón de mi alma,

con tu única presencia,

y con el ímpetu de tu potencia.

Nuestra felicidad se ha esfumado,

impertérritos nos hemos despedido,

y los silencios nos han invadido.

¿Cuántos impedimentos nos vedan?

¿Cuántas razones nos sobran?

¿Cuántas emociones nos faltan?

LA INDECISIÓN

La vida es una indecisión llena de promesas,

ataviada con la resaca de haber olvidado nuestras utopías.

Elegimos entre los innumerables senderos,

mientras al límite la vida es lo que es capaz de equívocos.

Vivimos una vida aderezada con los escombros de lo no vivido,

y fluyendo el pasado nos impide vivir con gozo.

La oscuridad es el reverso del eterno retorno,

así lo nuevo es una replica de lo antiguo.

Anclados con nuestras esclavitudes buscamos la armonía.

aunque la luz imperecedera e impertinente nos turba.

LA VIVENCIA

La vivencia es fugitiva,

la indecisión eterna.

El silencio nos aterra,

el ruido nos acongoja.

La experiencia es subjetiva,

el conocimiento es precario.

Somos mero transito,

materia del espacio y el tiempo.

viernes, 11 de julio de 2008

LOS RINCONES RECÓNDITOS DE TU ANDALUCÍA

Nuestra lozanía perdida de aquellos años renace cuando vislumbro las líneas simétricas de nuestros olivos añejos. Ajenos a nuestra ausencia, se obstinan en prodigarse con frutos generosos para sobrevivir de las insulsas directivas de rentabilidad agraria. Siempre ha sido nuestro paisaje.

Con el rocío tus olores sacuden nuestras sábanas blancas de lino. Fue tu abuela quien nos regaló el ajuar de nuestro amor público. Duermo con ellas desde que todos nuestros andaluces se enteraron que éramos una pareja que íbamos a vivir de los olivos heredados de tu tía viuda y desolada.

Tu tía vivió lo suficiente para enseñarnos que la tierra nos habita, que nos hace de una determinada manera. Sentenciaba como un estoico andaluz que “amamos lo familiar porque aspiramos a lo extraño”. Había visto como muchos jóvenes impetuosos se emperraban en buscar su identidad en tierras ignotas, para volver con su madurez a los paisajes de su infancia. Siempre decía que si no eres capaz de vivir con el extraño no puedes vivir contigo mismo. Ella sabía que yo había vivido rodeado de nieve, en montañas altivas, en desiertos inabarcables y en ciudades apestadas de seres humanos haraposos que malvivían entre los escombros de los suburbios invisibles. Desde el primer día que me conoció supo que no pertenecía a ningún paisaje, que estaba formado por los retazos de mi memoria quebradiza. Ella sabía que tú siempre habías habitado a través de la luz intensa del sur y de un mediterráneo que se funde en el océano. Sabía que desde niña te bañabas desnuda y bailabas por las noches con tu vestido sevillano. Desde el primer día entendió que tú buscabas lo extraño para reconocerte, mientras yo suspiraba por encontrar mi propio paisaje.

Aún me invade la nostalgia cuando rememoro nuestro amor clandestino, aderezado con el salitre de la costa. Yo, el viajero impenitente, sucumbí como un niño inexperto con tus bailes sinuosos, con tus ojos árabes y con esa gracia andaluza que todavía no he podido definir. Ahora sé que me enseñaste a ver el mundo de otra manera, a vivir el instante como si fuera lo único que realmente nos pertenece. Yo no era de ningún lugar y tú te empeñaste hacerme sentir como un andaluz. Decías que el paisaje sin sus gentes es como un volcán sin fuerza telúrica. Cuando te emborrachabas declarabas por doquier el amor a todos tus congéneres. Formabas parte de una cultura que te amamantaba como una nodriza benevolente. Todavía me acuerdo cuando al atardecer te sentabas en un pedrusco de tu costa para imaginar cómo los hombres árabes tomaban el té en el zoco, mientras sus mujeres, olvidándose del velo respetuoso, se bañaban desnudas en una bañera importada de Francia. Me parecían una extraña porque eras capaz de haber vivido muchas vidas sin haber salido de tu amada Andalucía. Me decías que la luz del sur acogió tanto a los latinos como a los árabes. Nunca entendiste como se podía vivir con otros paisajes. Yo sabía que tu tierra era como un continente que permitía toda la amalgama de climas, colores, olores y gentes. Conocía sus montañas, sus costas y sus tierras labriegas, pero se me escapaba el espíritu de sus moradores. Contigo empecé a vislumbrar el paisaje humano, esa forma de estar en el mundo que sólo se comprende cuando eres capaz de desvestirte de tus propios ropajes para dejarte atravesar por la mirada del otro.

Ahora, con tu ausencia voy entendiendo porque pertenezco definitivamente a tu tierra. Te fuiste porque no me dejaba arrastrar por la cadencia de un tiempo que parecía no agotarse. Me decías que tenía que apreciar la bondad de la lentitud. En mi vida todo eran proyectos, utopías que me hacían olvidar el presente para vivir en un futuro dorado. Tú acababas diciéndome que el futuro no existe, que es la representación mental más humana y dañina. Querías que apreciará que el error está en nuestra forma de ver el mundo mas que en el mundo en si mismo. Hoy, con nuestro paisaje de olivos simétricos, siento que estoy en el lugar adecuado. Quizá la felicidad no es más que estar en el paisaje apropiado y con las personas que uno quiere.

Tú te has ido y sigo buscándote detrás de cada olivo. Tu tía siempre me decía que algún día te irías para volver. Ella sabía que querías irte para sentirte extraña. Sostenía que con el tiempo te darías cuenta que tendrías que regresar. Me levantó cada mañana buscándote, cuidando nuestros olivos para que cuando te despiertes entiendas que desde el primer día te estábamos esperando.

Hoy, con el sol resplandeciente de albacea, voy a buscarte por todos los rincones de Andalucía. Viajaré por los mágicos parajes para entenderme, para comprender cómo el amor, más allá del deslumbramiento inicial, requiere de la lentitud. Una lentitud para ir desvelando los entresijos de nuestras primeras impresiones.

La intuición es más rica que el mismo conocimiento. Intuimos en base a nuestros deseos. El deseo de paz lo he encontrado entre nuestros olivos. Y el anhelo por no dejarte de amar me acompañará en mi lento tránsito para maravillarme por los rincones recónditos de tu Andalucía.

martes, 10 de junio de 2008

ética

ETICA

1.- ÉTICA Y LIBERTAD

Kant: el hombre libre es aquel que se libera de las pasiones. Búsqueda de la voluntad pura.

Para Mill en una sociedad sin libertad no es posible la felicidad: sí los individuos no son autónomos y libres no es posible la felicidad (la dignidad que confiere la libertad es un requisito para la felicidad).

La libertad es un asunto tanto político y social como psicológico. Nuestros miedos nos pueden impedir ser libres, pero una ética normativa y no creadora impiden la maduración de la fuerza individual. La libertad no es la ausencia de la necesidad, más bien es la administración de la necesidad. A nivel social la libertad es la capacidad de llevar a cabo un determinado proyecto de vida persona, es decir la pluralidad de formas de vida pone de manifiesto la existencia de una sociedad libre. A nivel personal la libertad se refiere a la autonomía: a la capacidad de elegir nuestras propias esclavitudes y nuestros fines últimos. Somos libres de escoger nuestras propias esclavitudes y de liberarnos de aquellas que nos atormentan. La ética nos manifiesta a qué tipo de esclavitudes estamos sometidos y nos garantiza un dialogo para someternos a aquellas que realmente valgan la pena en relación a nuestro proyecto de vida.

Las teorías psicológicas que niegan o duda de la libertad son el determinismo neurológico, el determinismo ambiental, y el determinismo de la fuerzas dinámicas intrapsiquicas inconscientes. Las teorías psicológicas que lo afirman son las teorías de rescate y de la reinserción (problema psicológico en términos de protección), teorías reivindicativas o autodefensitas y teorías de la responsabilidad. Ha sido el paradigma humanista en psicología quien se ha centrado en una ética personalista que resalta la intrínseca libertad del ser humano.

2.- ÉTICA LIMITANTE Y ÉTICA GENERATIVA

Kant propone una ética limitante, circunscrita en los límites del imperativo categórico, mientras Mill sería el representante de una ética generativa que presupone que la felicidad de uno depende de los otros y sostiene que el sacrificio es limitante. Una ética limitante es la que se basa en normas, mientras una ética generativa es la que se fundamenta en aspiraciones. La felicidad es una aspiración y como tal genera acciones, mientras el seguimiento de las normas subyuga nuestros anhelos y por lo tanto es limitante. Buscar un equilibrio entre el orden (que proporciona las normas) y la creatividad (los hombres nos proponemos fines) sería el objetivo de una ética generativa. Se genera desde un orden, pero a su vez se tiene que considerar que el orden no es inamovible y podemos generar nuevos órdenes. La ética parte de lo dado para ir más allá de lo evidente.

Una ética que no propone la emancipación no deja de ser un código legislativo más. La ética generativa no trata de decirnos lo que no podemos hacer, sino nos impele para luchar por lo que deseamos. La sospecha que es el inicio de toda reflexión nos conduce finalmente al acuerdo. Una ética generativa presupone el dialogo, la convivencia, la aceptación de las diferencias y la posibilidad de crear un conocimiento compartido.

La ética no es sólo un conocimiento académico, es una la posibilidad de todos y cada uno de nosotros de llegar a un acuerdo de los valores que deben guiar nuestra existencia. Los valores finales (libertad, felicidad) son el motor que guía nuestra existencia, mientras los valores éticos (respeto, honestidad, solidaridad) son los que nos conducen y los valores de competencia (tanto práxicos –eficacia, rigor- como poéticos –confianza, creatividad-) los que nos permite implementar una verdadera ética generativa

3.- ÉTICA Y CONFIANZA

Para Hume nos ocupamos de los demás porque nos interesan, despiertan simpatía (solidaridad). Para Kant lo que nos hace que nos ocupemos de los demás es la voluntad pura: es un amor práctico a diferencia del amor patológico (que hay sentimientos). La ética para Kant es una carga (no es liberadora) porque piensa que el único motivo que lleva al sujeto a actuar es la búsqueda de justicia. La justicia es fría y difiere de la confianza que presupone la comprensión del “otro” (no el juicio del otro). Kant piensa que el hombre es egoísta y sólo sí se guía por una razón pura práctica podrá ser solidario y mostrar confianza con sus congéneres. Para Mill el hombre es benevolente y tiende naturalmente a confiar de sus semejantes. En base a esa confianza su postura es conseguir la felicidad para un mayor número. Realmente pensaba que en un mundo injusto no se puede ser feliz.

En Kant la ética es un discurso del deber ser y hay un desprecio a la felicidad tanto individual como colectiva. Explica lo qué deberíamos hacer, pero no el por qué?. Explicar el por qué tenemos que tener confianza parece más ética que nos impongan lo qué debemos hacer.

Son los griegos clásicos que entienden que el hombre feliz es un hombre bueno y piensan que para la felicidad no existen leyes, sólo máximas (probables incondicionales). Para Aristóteles la ética se funda en la felicidad y como el hombre es un ser social es evidente que no podemos ser felices sin la confianza que depositamos en los “otros”. Tenemos que tener confianza porque es el camino a la felicidad. Para Aristóteles el hombre no puede ser feliz sin ser virtuoso. La virtud conduce tanto a la confianza como a la solidaridad.

La ética presupone la confianza porque nos posibilita ver al otro como alguien semejante en su propia individualidad. Nos permite conocerlo sin temerlo, saber cuáles son los principios que rigen su existencia. La confianza nos exige el compromiso y la necesidad de dialogo para alcanzar acuerdos. La confianza es el cimiento de una ética poiética que proporciona tanto la supervivencia del sistema social como de cada individuo en particular.

4.- QUÉ ES LA ÉTICA Y PARA QUÉ SIRVE

La moral es un conjunto de normas, aceptadas libremente y conscientemente, que regulan la conducta individual y social de los hombres. En la moral se da un doble plano: A) Normativo: trata del deber ser. B) Fáctico: hechos que se dan independientemente como estimemos el deber ser. Lo normativo y lo fáctico no tienen porque coincidir. El acto moral supone un sujeto dotado de conciencia moral: con capacidad de interiorizar las normas o reglas establecidas por la comunidad y actuar conforme a ellas. El acto moral tiene un carácter normativo. La moral es un concepto sociocultural y como tal se circunscribe en un determinado contexto social, histórico y cultural. La moral con sus normas cohesiona una determinada cultura, pero como tal constituye una barrera para el dialogo entre distintas cultural. ¿Pueden existir una moral transcultural?. Sería la ética lo que nos proporcionaría unos principios que afectarían por igual a todos los miembros de la especie humana para alcanzar su felicidad. La ética sirve para que cada uno de nosotros, y la sociedad en su conjunto, podamos ser más felices. La felicidad no es un concepto categórico: uno no es feliz o infeliz taxativamente: la felicidad (igual que la infelicidad) surge a destellos, pero la ética puede crear una plataforma para que la mayoría pueda alcanzar un estado satisfactorio de existencia. La ética presupone tanto la libertad como la responsabilidad personal. La ética trata de buscar aquello que nos asemeja a todos los seres humanos sin menoscabo de respetar y fomentar las diferencias de cada individuo (que es lo que posibilita la existencia de la libertad). La ética regula tanto lo posible como lo prohibido. Sí nos fijamos en los aspectos coercitivos la ética podría ser limitante, pero la autonomía de cada uno de nosotros surge cuando nos sostenemos en unos principio éticos que aspiran a la felicidad.

La ética sirve para vivir en sociedad, es la amalgama que nos une y nos diferencia. Sirve para vivir bien, para saber a dónde queremos ir y cómo queremos ir. Nos permite entender que los valores no son incondicionados, a saber que los tenemos que tamizar a la luz de la experiencia. No solo permite sobrevivir, sino también vivir que añade al plus de dotar de sentido a la existencia. No se trata tanto de encontrar la verdad, sino de dotar de sentido a nuestra vida. La ética permite que el hombre llegue a ser lo que es: son los materiales que permiten construir nuestra propia identidad.

La ética conduce a una sociedad plural que acepta diferentes formas de vivir y busca el modo de limitar aquellas formas de vivir que no dejan vivir a los otros. Así, uno de los principios éticos fundamentales es el respeto y la aceptación del otro.

Los valores son unas brújulas que nos permiten orientarnos en nuestra vida y como tales somos educados en ellos. Podemos tener valores de máximos (aspiramos a transformar el mundo), de mínimos (conciencia moral convencional) y no tenerlos (que conduce a la destrucción de la sociedad).

domingo, 1 de junio de 2008

Debate Zapatero-Rajoy

INTRODUCCIÓN

En primer lugar creo que tenemos que distinguir entre tensión y crispación. Un debate de estás características, desde un plano de eficacia comunicativa, tendría que incluir cierta dosis de tensión evitando la crispación. En términos generales la primera impresión que han transmitido ambos contertulios es la idea “que sí no votas, ganarán ellos”. No han vendido un sueño, sino una pesadilla. Por otra parte debido al contexto televiso y a su trascendencia para las elecciones más que un diálogo ha sido una sucesión de monólogos perfectamente estudiados dirigidos para movilizar el voto en determinados sectores. Cada uno se dirigía a su propio público y han planteado todos los bloques como una serie de asaltos de una batalla que más que propuestas para el futuro se dirimían habilidades de comunicación de los postulantes.

No voy a entrar en quién fue el que gano o no el debate, pero desde mi punto de vista Zapatero ha manejado algo mejor lo no verbal que Rojoy.

La teoría sistémica propone la diferencia entre lo “digital” y lo “analógico”. Lo “analógico” sería el contexto y lo “digital” lo que se dice textualmente. Como seres que interpretamos lo “analógico” adquiere un papel determinante. En lo “analógico” entran el lenguaje de los gestos, de las miradas, de las entonaciones, de las posturas y hasta de los silencios. Lo que debe hacernos reflexionar es que tenemos control sobre lo que decimos, pero no tanto sobre lo que transmitimos en lo no verbal. La ciencia de la comunicación ha mostrado que las incoherencias entre lo dicho y el lenguaje no verbal es uno de los problemas fundamentales para la eficacia comunicativa.

La escuela de Palo Alto estableció el axioma que uno no puede no comunicarse. Sabemos que todo es comunicación, los gestos, la indumentaria, las inflexiones de voz, la proxemia, la prosodia y estos aspectos no verbales son los que pretendo analizar en el informe.

El debate es un fenómeno psicológico muy interesante porque cada espectador acaba viendo lo que quiere ver. No hay una mirada neutra porque las expectativas (o su carencia) que cada uno llevamos influye decisivamente en lo captamos. La imagen previa que tenemos de los candidatos nos condiciona a la hora de percibir lo que se da en el debate y acabamos viendo sólo aquello que confirma nuestras creencias. Decía Ortega y Gasset que en las creencias estamos y las ideas las tenemos. Sostengo que como psicólogos nuestro objetivo es lidiar con ideas para alcanzar ciertas dosis de objetividad. Mi postura epistemológica se cimienta en la teoría weberiana que sostiene que cuando nos planteamos las preguntas incluimos nuestros valores, pero una vez planteadas tenemos que guiarnos por la asepsia en relación a los valores. Ha recibido muchas críticas una ciencia axiológicamente neutra, pero el intento me parece que legitima la necesidad de las ciencias sociales.

Las personas que se sitúan en los extremos polarizados (con creencias muy firmes) se impermeabilizan al discurso de las ideas. Son los que se sitúan en el centro y lo que se mueven con unas creencias imperturbables que pueden ser más sensibles al debate por dos razones fundamentales:

1.- Son más sensibles a consideraciones no ideológicas que el resto de los polarizados.

2.- Tienen dificultades para integrar en un mismo esquema cuestiones heterógeneas.

CONTEXTO

Hay dos interlocutores activos y directos, Zapatero y Rajoy. Hay un público (presente en la sala y delante de las televisiones). El espacio de comunicación es triangular que entre los dos contertulios y el público. El presentador aspira a ser invisible, mientras ellos se comunican como un mero pretexto para hablar al público. Gran parte del público sabe que la mayoría de argumentos verbales se cocina de antemano, que se van a repetir los slogans de campaña, que los discursos no son improvisados y se dirigen a buscar las fortalezas de uno y las flaquezas del contrincante. Así, en este debate los políticos saben que el valor más importante es la confianza y, por consiguiente, saben que es tan esencial controlar el “cómo” se dice como el “qué” se dice.

El medio televiso, a diferencia del radiofónico, no sólo permite escuchar el discurso sino además ver cómo esté se dice: el qué y el cómo. No hay duda que en los medios radiofónicos también hay una comunicación no verbal, como el tono, los silencios, las pausas o la cadencia del lenguaje, pero el contexto televisivo nos permite analizar de un modo más rico todos los elementos de comunicación no verbal. Cómo la comunicación con el público es preponderante van a esforzarse para transmitir sus virtudes morales, la estabilidad de su personalidad, su talante, su clarividencia, sus esperanzas o sus temores.

La mesa es grande, pero no da la sensación de empequeñecer a los contertulios. Están de cara a cara y el moderador esta equidistante entre los dos. Se puede observar que se pretende la invisibilidad del moderador: los candidatos están de cara a cara y no tienen ángulo visual del moderador. Desde su posición el moderador tendría grandes dificultades para moderar un debate muy crispado (al estar en el centro se le concede relevancia). El formalismo desmesurado del presentador nos puede hacer pensar dos cosas, que el debate va en serio y que el objetivo es evitar la crispación. Sabemos que todo esta pactado entre los dos partidos, pero algo importante en el análisis de la comunicación no verbal es que el público tenga la sensación que todo es natural, que no hay detrás una preparación exhaustiva (cuando se percibe artificialidad se resta credibilidad a los contertulios).

PROXEMICA

Ambos se saludan de forma protocolaria y no podemos distinguir claramente la forma de estrecharse la mano. La forma de estrecharse la mano nos indica simpatía o antipatía.

La indumentaria de Zapatero ha transmitido más proximidad que la de Rajoy, pues Zapatero ha elegido su ropa habitual. Zapatero, a diferencia de Rajoy (que no le dio una imagen muy correcta), ha aparecido con el traje abrochado. Curiosamente han elegido corbatas que difieren de los colores oficiales de cada partido: el azul es más propio de los conservadores y el rojo de los socialistas y Zapatero utiliza el azul (más institucional) y Rajoy el rojo (más juvenil). Zapatero con su traje se enviste como presidente, mientras Rajoy aparece más estival.

Rajoy se tiñe el pelo, contrastando con su barba canosa (que se la ha dejado desde que tuvo un accidente) confiriéndole un rostro endurecido. Zapatero tiene unas canas casi imperceptibles con un peinado de estudiante modoso (sin rayas y más bien corto).

La angulosidad de las cejas de Zapatero nos puede parecer extraña por dos razones: en otras ocasiones ha suavizado sus formas intentando disimular su aspecto diabólico o se enfatizan como una imagen de marca personal. Rajoy ha utilizado el bolígrafo de una forma más inquisidora que Zapatero (Rajoy lo utilizaba para enfatizar su discurso, mientras Zapatero tomaba notas).

PARALENGUAJE Y KINESIA

Parto de la hipótesis que lo primero que valoramos de un candidato es la autenticidad y su capacidad de transmitir confianza. Más allá de la veracidad o del engaño nos interesa la percepción que se transmite (a veces gana quien miente mejor y el que miente mejor es que cree sus propias mentiras). Me he fijado en el autoconvecimiento que han sido capaces de transmitir.

En lo verbal Zapatero tiene un curso de lenguaje más lento que Rajoy. La lentitud de su lenguaje puede responder a dos razones: se da tiempo para pensar (que le restaría espontaneidad) o que piensa despacio (el lenguaje es traducción del pensamiento). Por otra parte, también es plausible plantearse que la lentitud del lenguaje es un estrategia de comunicación en la medida que hablar con parsimonia hace que la gente le siga (hay que ir con cuidado porque si habla muy lentamente lo que se consigue es aburrir al público). Zapatero lleva un ritmo entrecortado, arrastra las palabras y monosílabos, quizá porque teme el silencio que se produce en las frases mientras piensa. Asimismo habla encorvado y con la cabeza adelantada y no transmite fuerza. Rajoy no junta los incisivos superiores con los superiores y pronuncia una “ese” sucia. La cadencia de Rajoy ha dado más fuerza a su discurso. Ejemplos curiosos tenemos la forma de hablar en ráfagas de Manuel Fraga que no se le entendía lo que decía. Un ejemplo que me fascina es el de Fidel Castro que con su hablar pausado e interminable adormece y fascina al mismo tiempo. En relación al tono de voz y a los gestos a Zapatero (que de natural tiene más recursos que Rajoy) transmite la sensación que sobreactúa y no se muestra natural. Rajoy más fiel a sí mismo transmite un tono autoritario que da la sensación de un hombre de orden y con las ideas claras. Zapatero se esfuerza por parecer un ser dialogante, mientras Rajoy se postula como un gestor que va a cambiar los desastres actuales. El tono de Rajoy es socarrón e irónico, mientras Zapatero se esfuerza por presentarse como conciliador. La capacidad de Rajoy de presentarse como un hombre serio con golpes de humor no se ha visto en este debate. En el tono de voz y los gestos se trasluce que Zapatero está sobreactuando, teatralizando (esta en tensión porque muestra un parpadeo compulsivo). A lo largo del debate la postura de Rajoy ha ido enderezándose (al principio ha mostrado una postura hacía atrás que mostraba suficiencia), mientras Zapatero se ido escurriendo de la silla sentándose en el mismo filo.

Zapatero transmite más optimismo que Rajoy. El consustancial optimismo antropológico de Zapatero contrasta con un catastrofismo de Rajoy que acongoja. En la primera parte del debate Zapatero no se ha mostrado crispado, pero en la segunda parte se ha mostrado tenso y en algunos momentos enojado. Rajoy ha transmitido más ira porque en cierto modo parece que se siente perdedor y lanzado algunos cartuchos cargados de descalificaciones. Rajoy ha sido capaz de poner nervioso a Zapatero y lo consiguió cuando analizamos en la comunicación no verbal los carrillos de Zapatero (verbalmente también cuando recurre a frases vacías cuando contesta a su rival con frases como “amigo de la democracia” o “dialogo”). Rajoy ha atacado para desestabilizar y en la segunda parte del debate Zapatero se ha mostrado más tenso que en la primera (interrumpiendo a su rival en muchas más ocasiones). Rajoy ha prescindido de la ironía que es un recurso muy natural en él, mientras Zapatero se ha mostrado más fluido en su lenguaje (más lento en sus discursos habituales). El humor ha brillado por su ausencia. El “sosoman” Zapatero ha sido fiel a su papel y Rajoy ha renunciado a su ironía gallega.

En la primera intervención Rojoy comienza muy crecido dirigiéndose a los espectadores preguntándoles. Parece que busca complicidad intentando engarzar su discurso con las preocupaciones cotidianas del público. Zapatero se esfuerza por aparecer moderado, el depositario del manido “talante”, frente la crispación gestual de Rajoy. Los gestos de Rajoy transmiten más crispación -ojos extremadamente abiertos, más sudorosa la frente y más brusco en su movimientos-. En relación al debate en clase sobre la los ojos de Rajoy he constatado que miraba el reloj que tenía situado en su izquierda (de hecho en el segundo debate se pactó la necesidad de poner el reloj en el centro). Zapatero ha mantenido casi siempre la mirada intensamente fija a Rajoy, sin bajar la vista (incluso cuando era acusado). Rajoy no mostraba los gráficos adecuadamente (tampoco lo ha hecho muy bien Zapatero) y la cámara a veces lo enfoca con el rostro inexpresivo. A nivel postural Zapatero estaba excesivamente encima de la mesa, pero poco a poco su postura de defensa ha ido evolucionando a una postura de ataque. Por otra parte Zapatero no ha mostrado gestos bruscos (tipo de artes marciales) que más que autoridad denotan autoritarismo (gesticuló con las manos siempre extendidas, con las palmas hacia abajo y con un movimiento que transmitía moderación. Zapatero ha mostrado un poder de autoconvicción -o autoengaño- superior a Rajoy. Zapatero se cree más lo que dice, al margen de que sus afirmaciones sean más o menos veraces.

Hay un tipo de análisis muy revelador que muestra cómo según la temática la comunicación no verbal cambia. Se trata de quién tiene el poder. Así, en temas económicos Rajoy con su microeconomía fustiga con seguridad a Zapatero (con la insistencia en la macroeconomía) y en políticas sociales Zapatero se siente seguro que Rajoy (que carga todas las tintas en la inmigración).

En el discurso final Rajoy ha intentado aflorar los sentimientos paternales con su niña. Ha utilizado un lenguaje que no dice nada que como un padre se va a ocupar de hacer una niña muy integrada en la sociedad. Zapatero aparece como un gobernante experimentado, utilizando el yo efectivo del poder comprometiéndose a crear las condiciones para crear las condiciones para tener suerte y ocuparse de los desfavorecidos.

INTERPRETACIÓN DE LOS DISTINTOS MEDIOS

Todos hemos visto el mismo debate, pero las interpretaciones son múltiples. Desde la tesis kantiana que sostiene que es el sujeto quien pone las condiciones del conocimiento y no el objeto me propongo analizar cómo diferentes medios nos empaquetan diferentes sentidos. He comprado tres diarios representativos para analizar sus opiniones, fijándome en sus opiniones sobre la comunicación no verbal, para analizar cómo se va construyendo la realidad. Igual que los contertulios se dirigían a su público (aún más pretendían crear público fiel a ellos), los diarios responden a unas determinadas líneas editoriales.

EL PAÍS: En su editorial “Como la legislatura” critica la escasa calidad del cara a cara por dos razones:

1.- Rigidez del formato

2.- Diálogo de sordos entre ambos

En artículos destaco el de Soledad Gallego-Díaz que afirma que mantuvieron un tono poco amable y que ambos intentaron llegar a los ciudadanos mediante el sentimiento. Por otra parte la interpretación de Josep Ramoneda sostiene que Rajoy parecía tener una única obsesión: que los voceros de a derecha no le riñeran por haber sido demasiado débil.

EL MUNDO: En la portada “Un Rajoy siempre al ataque obliga a Zapatero a escudarse en el pasado”. Considera que el líder de la oposición arriesgó más, utilizando un “tono incisivo e irónico sin caer en la incorrección”. En su editorial “Un convincente Rajoy pone en aprietos a un firme Zapatero”. Por su propia mirada da ganador a Rajoy por su “concreción y lenguaje directo”.

En los artículos destaco el de David Gistau “Rajoy está vivo, mira a los ojos y ha logrado que Zapatero salga del campo de todas las heridas marcadas en la espalda, que es donde las llevan los que esacapan”.

ABC: Más conservador prone “Arrinconó a Zapatero en educación, inmigración, precios y ETA”. En su editorial “Zapatero se mostró progresivamente inquieto y tenso…, mostrándose incapaz de sobreponerse a los argumentos concretos, realistas y documentados del candidato popular, quien se veía más cómodo a medida que avanzaba el debate”.

De los artículos destaco los de Daniel Ureña “El mejor Rajoy de esta legislatura apareció durante muchos minutos de la noche. Zapatero es un magnífico comunicador. Dominio el medio televisivo y sabe cómo gesticular cómo dramatizar y mirar a la cámara.” Angel Collado “Un Zapatero tenso, con la ceja disparada y la mirada torva, replicaba a un Rajoy suelto, sonriente por momentos, que se veía satisfecho. El enfrentamiento del peor Zapatero televisivo frente al Rajoy de su nueva imagen añadirá aún más interés a la campaña”.