viernes, 5 de octubre de 2012

Interpensar, una forma de comunicación


Interpensar.

Meil Mercer en su libro “Palabras y mentes” nos propone el concepto de interpensar. Su tesis fundamental plantea que el lenguaje es un instrumento para pensar colectivamente, es decir para interpensar. Si entendemos, como Wittgeinstein ha enfatizado, que “los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo” y que “inventar un nuevo lenguaje es inventar una nueva forma de vida” tenemos que partir de la hipótesis que en todo acto comunicativo existe un determinado “juego del lenguaje”. Un juego lingüístico que implica que todos los jugadores, explícitamente o implícitamente, aceptan unas determinadas reglas de juego. La mayoría de los malentendidos emergen cuando no nos esforzamos por una comprensión mutua. Así, pensar requiere del dialogo, en el sentido socrático o interiorizado con uno mismo, en donde el concepto de comprensión adquiere un papel protagónico.

Explicación o comprensión

Explicar es reducir algo a otra cosa, reducción en la cual en última instancia se reemplaza una cosa por otra (entre ambas cosas la explicación pretende haber encontrado un lazo). La comprensión, como ha sido teorizada por Max Weber, pretende desmenuzar la vivencia, sin renunciar a la explicación causal. Las ciencias naturales explican porque con un lenguaje bajo las condiciones de objetividad, replicabilidad y exactitud plantean hipótesis explicativas que a la luz de la experiencia se aceptan o se rechazan. Las ciencias humanas al tener que lidiar con sujetos tienen que asumir, como bien ha teorizado Quine, que “la verdad en sentido general depende a la vez del lenguaje y del hecho extralingüístico

Los hechos extralingüísticos

Sin tener en cuenta los hechos extralingüísticos no podríamos comprender las proposiciones lingüísticas. Ejemplo de ello son las expresiones exofóricas, es decir, palabras como “esto” o “allí” que hacen referencia a cosas presentes en el contexto físico de la conversación, o la experiencia pasada compartida de los que se comunican. De este modo, la comprensión en un acto comunicativo está limitada por la cantidad de conocimientos pertinentes que nos permitan realizar la contextualización. A diferencia de la explicación, que cimienta su objetividad aislándose del contexto, la comprensión implica un pensamiento contextualizado.

Marco de referencia común

La comprensión de un interlocutor dado presupone la existencia de un “marco de referencia común”, que tanto puede ser explícito como implícito. Las palabras contienen una sarta semántica –y emocional- que van delimitándose en el transcurso del acto comunicativo. La comprensión esta condicionada por el esclarecimiento de lo que queremos decir cuando emitimos palabras, que si bien tienen un significado normativo su polisemia contextual esta escandalosamente determinada por el “juego lingüístico” –marco de referencia común cuando hay comprensión- de los interlocutores.  

Malentendidos en los actos comunicativos

Gran parte de los malentendidos de los “juegos lingüísticos” son debidos a que sus reglas son implícitas. El diálogo empático sería lo que nos permitiría explicitar lo que se asume implícitamente. Existe una comunicación auténtica cuando somos capaces de asumir valores compartidos. Los valores nos sustentan porque determinan tanto nuestras emociones, como nuestros pensamientos y acciones. Una empatía profunda implica llegar a un acuerdo sobre los valores que compartimos. Aflorar los valores nos permitirá reconocer las cadenas que nos limitan y llegar acuerdos para tomar una determinada dirección.

La persuasión y la argumentación

El objetivo final de la persuasión y la argumentación es convencer. La argumentación se asienta en la demostración y la objetividad, mientras se persuade cuando incidimos en el estado psicológico del persuadido. En la práctica tanto utilizamos la persuasión como la argumentación, pero se resuelven los problemas cuando reconocemos las motivaciones y emociones que nos impelen. Ortega y Gasset afirmó que “en las creencias estamos, mientras las ideas las tenemos” porque entendió que un acto comunicativo auténtico implica hincar el diente a las creencias. Se produce una comunicación auténtica cuando somos capaces de dialogar sobre lo que creemos.

Una comunicación emocional

Una comunicación empática es la que es capaz de proponerse valores compartidos –un marco de referencia común- explicitando lo tácito y, a su vez, argumentando para persuadir. Finalmente, tenemos que comprender que ante todo somos seres que sentimos y que tanto nuestros pensamientos como nuestras voliciones no se pueden desgajar de nuestras emociones.