miércoles, 14 de diciembre de 2011

LOS VALORES ACTUALES: LOS QUE BAJAN Y LOS QUE SUBEN

Los valores definen lo que creemos porque nos permiten valorar, tomar decisiones y planificar nuestra conducta. Pueden ser explícitos o implícitos -conscientes o inconscientes-, pero no podemos dejar de sostenernos en ellos. Habitualmente los valores son heredados, aunque cuando decidimos ser los protagonistas de nuestro propio proyecto vital somos capaces de escogerlos con cierta libertad.
Somos parcialmente libres en cuanto construimos nuestra existencia con los valores heredados, o bien rechazándolos o bien acogiéndolos. Así, dilucidar qué valores sostienen a la sociedad actual puede ser un modo de radiografiar nuestra consciencia sobre los valores que nos sostienen.
Ejemplarmente las crisis sistémicas (la crisis en la que vivimos se podría comprender con tres tipos de conductas sinérgicas: la codicia de los inversores, la imprudencia de los particulares y el cinismo de los políticos) implican una crisis de valores. Los valores en sí mismos son actitudes, que nos permiten reaccionar de una determinada manera ante las exigencias que nos plantea la sociedad en la que vivimos.
La ética tiene que ver con los valores en cuanto juzgamos los hechos en relación a lo que consideramos valioso o repudiable. El planteamiento de una ética universal requeriría que todos asumiéramos unos determinados valores como inviolables. Los valores cuando son legislados se convierten en derechos y obligaciones de los ciudadanos, es decir el poder puede imponer su cumplimiento por todos los medios que considere oportunos. Sería simplista pensar que todo lo legal es ético. La ética no sólo pretende acotar el terreno de los hechos; su intención es adentrarse en el terreno de las conciencias personales.
El análisis de los valores nos permite comprender la conciencia colectiva y, a su vez, nuestra posición individual en relación al conjunto. Como valores en alza en las sociedades Occidentales se proponen los siguientes:
a.- Apertura a la experiencia.
b.- Amor a la libertad
c.- Saber disfrutar del presente
d.- Ser espontáneo
e.- Tolerancia
f.- Actividad pacifista
g.- Independencia personal
Como valores a la baja se proponen los siguientes:
a.- Fidelidad
b.- Magnanimidad
c.- Valentía/Fortaleza
d.- Autodisciplina
e.- Escucha interior
f.- Cordialidad
g.- Serenidad
h.- Prudencia. Sabiduría práctica

No cabe duda que como cualquier lista podríamos plantearnos otra diametralmente opuesta. Por otra parte, podríamos discutir las fronteras entre los distintos valores y sentirnos representados –al menos en una algún tipo de conducta- en todos los valores propuestos. Aunque puede parecer atávico es plausible plantearse el espíritu de nuestro tiempo: un tiempo dominado por el derrocamiento de cualquier autoridad que implique sacrificios al sujeto individual, una época que va minando el sentido de la comunidad, en definitiva unos tiempos de tremenda responsabilidad o terrible desamparo para cada uno de nosotros.

domingo, 11 de diciembre de 2011

LOS OCHOS MOVIMIENTOS CORPORALES DE LA PSICOSINTESIS

El lenguaje no verbal –gestual o postural- nos proporciona más información sobre la forma de ser de nosotros mismos y de los otros que el lenguaje verbal. Así, podemos emitir palabras que no casan con nuestro nuestros movimientos corporales y gestuales. Cuando detectamos una disonancia –entre lo expresado verbalmente y lo expresado lingüísticamente- la comunicación no fluye. Así, tomar consciencia que nuestros movimientos expresan nuestra forma de ser y cómo esperamos relacionarnos con los otros es el primer paso de la psicosíntesis.
David Boadella plantea ocho movimientos corporales que expresan nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos y con el mundo externo. Estos movimientos corporales se aprenden en la época prenatal y perinatal. Una vez aprendidos forman parte de nuestro acervo personal y expresan nuestra personalidad.
Los ocho movimientos son polaridades, que como una cuerda tensada permiten diferentes posiciones entre ambos cabos. El objetivo es tanto vivenciar la polaridad que nos define como la polaridad contraria. Cuando somos conscientes que nuestros movimientos corporales expresan unas determinadas necesidades afectivas, cognitivas y volitivas podremos flexibilizar nuestras posiciones porque al vivenciar los opuestos podremos comprender diferentes maneras de relacionarse con el mundo.
Mientras en Oriente se asume las polaridades como algo consustancial a la existencia humana –en convivencia con las contradicciones-, en Occidente se tiende a buscar un tipo de pensamiento más excluyente –que implica el principio de no contradicción- . Ejemplarmente Hegel en su dialéctica propone una tesis (afirmación de una polaridad), una antítesis (la polaridad opuesta) y una síntesis (que incluye a ambas polaridades). No se trata de lograr un conocimiento absoluto –que es lo que pretende la dialéctica hegeliana-, si no de tomar consciencia de cómo habitualmente nos situamos en una determinada polaridad y, a su vez, cómo podemos ser empáticos con las polaridades opuestas.

Las polaridades propuestas son:

a) Flexión-Extensión. En la flexión (la posición fetal) nos cerramos para guarecernos de las inclemencias del mundo exterior. Es una posición que expresa la necesidad de protegerse ante lo desconocido, que implica sentirnos seguros en nuestra nuestra guarida. La extensión es la otra polaridad que señala la necesidad de acoger todo aquello que provenga el mundo externo. La dialéctica entre la flexión y la extensión puede comprenderse desde la necesidad de centrarse en aquello que se cuece en nuestro fuero interno como de atender aquello externo que ocurre en nuestra vida.
b) Atracción-Oposición. La atracción presupone atraer algo hacía mi. Es una forma de enganche, simbiótica. Esta forma expresa la necesidad desmesurada de apego, mientras la oposición es una forma de defender nuestro propio territorio. La atracción-oposición son dos cabos de la cuerda tensada entre la necesidad de vinculación y la necesidad de construir nuestra propia identidad personal.
c) Rotación-Canalización. La rotación es la capacidad de adaptarse, de abrirse y de apertura a la experiencia. En sus extremos puede conducir a la dispersión, mientras la canalización (como opuesto) implica la capacidad de tener un foco, de tenerlo claro. En sus cabos más extremos podemos encontrar el obsesivo que canaliza excesivamente y el disperso que no deja de rotar.
d) Absorción-Activación. La absorción nos permite digerir lo vivido, la quietud y el descanso (en lo patológico expresaría la pasividad, la hipotonía). La activación en su cabo más extremo es el movimiento absoluto (en lo patológico expresaría la hiperactividad, la hipertonía).

En las sesiones de psicosíntesis se trata de poner en práctica los distintos movimientos para analizar los sentimientos que se asocian a cada uno de ellos. Una vez vivenciados se trata tanto de conocerse a uno mismo (a través de los movimientos que le definen), como de experimentar movimientos de la otra polaridad (para flexibilizar los suyos y comprender a los otros).