La tragedia es un modo de luchar contra aquello
que nos supera, que con su arrolladora fuerza pretende erradicarnos. Hay un
sesgo muy extendido: considerar que lo posible es probable. Pensar es un
ejercicio que implica ir más allá de los límites (impuestos o autoimpuestos).
Desde la psicología se ha estudiado al indefensión aprendida, que viene a
decirnos que los límites están en nuestras cogniciones más que en una realidad
inamovible,,, así podemos dar la vuelta al argumento: una creación humana (la
crisis) no la podemos naturalizar (como si fuera un hecho natural). La crisis
es una construcción humana..., así, podemos construir de otra manera.
Conocer el ser a través de su manifestaciones
temporales. Heidegger afirma que a través del ente (el ser hecho presente) no
podemos conocer todo el ser: siempre habrá un resto de opacidad. Parece que lo
que define la normalidad es la conciencia, pero ¿no existen distintos grados de
conciencia?.
Cuando parece que todo esta terminado surgen nuevas
inquietudes. La derrota es dejar de comprender que la vida es un desviarse
insistentemente. Nos escoramos en cada resquicio, hasta que nos damos cuenta
que andamos por una senda insospechada. El miedo nos atenaza, la esperanza nos
alimenta.
Nos quitan los micros para silenciar nuestras voces.
Podemos susurrar lo que creemos. La auténtica revolución brota de una cierta
salud; en un equilibrio inestable entre lo que nos dejan ser y lo que somos.
Los desajustes nos impelen a los ajustes. Así, la osadía es la capacidad de una
cierta resistencia.
No elegir es es una forma de elegir. La voluntad férrea es un modo de escapar, mientras la contemplación desmesurada es una forma de eludir. Parece que nos movemos entre la necesidad de ser empujados y al mismo tiempo de empujar. Preguntarse si decide el destino o el carácter implica comprendernos como sujetos
No elegir es es una forma de elegir. La voluntad férrea es un modo de escapar, mientras la contemplación desmesurada es una forma de eludir. Parece que nos movemos entre la necesidad de ser empujados y al mismo tiempo de empujar. Preguntarse si decide el destino o el carácter implica comprendernos como sujetos