viernes, 14 de noviembre de 2014

poesias noviembre


La maquinación hiriente

Amasando la rabia en silencio
disfrazas la venganza con la justicia
Con el dolor infringido
anhelas humillar  la pena
Sabes que rociarás de tristeza tu alma
que el frenesí de la ira no extirpará tu ruido
Hiriendo con furia a tu sombra
sentirás el hedor de tu esencia



El prodigio del amor

El amor es un prodigio
un tiempo y un espacio para la alegría y la pena
La ilusión de lo nuevo
como la savia que combustiona nuestra alma
Tu sonrisa ilumina mis mañanas
mientras tus besos me resguardan del silencio
El tiempo indeleble corroe el alma
y a tientas el olvido alimenta la sombra
Nos vamos aún estando
como alimañas despechadas del hartazgo
La pena de la partida
como el testimonio de todo júbilo  
Volvemos a soñar, a sentir el vértigo de la vida
olvidándonos del que fuimos para ser otros



Nuevas andanzas


Exhausto de memorias inhabitadas
me atrinchero en las tinieblas
Al final, riéndome de mis sombras
exhalo el jugo de las penas
Aderezado de esperanzas
me engalano para nuevas andanzas

viernes, 31 de octubre de 2014

La inteligencia emocional y los valores

-->

La Inteligencia Emocional en la psicología divulgativa

Con el best-seller de Goleman (1995) la inteligencia emocional (IE) ha causado un gran impacto en los medios de comunicación, convirtiéndose en un concepto popular. Goleman incluye áreas muy amplias en el IE, como el autocontrol, persistencia, automotivación, evitación del estrés, control del impulso, etc. Su concepto de IE es sinónimo de carácter. Tanto el mérito como el desmérito de Goleman proviene de proponer un modelo que abarca prácticamente todo menos el coeficiente intelectual. Más allá del modelo de popularización de Goleman podemos plantearnos diferentes modelos de inteligencia emocional.

Modelos de Inteligencia Emocional

Fueron Salovey y Mayer (1990) quienes crearon el constructo de inteligencia emocional, refiriéndose a tres tipos de habilidades adaptativas: apreciación y expresión de las emociones, regulación de las emociones y la utilización de las emociones para solucionar problemas. Actualmente hay dos grandes modelos en la IE:
            a.- Modelo de habilidades. Conciben la IE como un conjunto de habilidades cognitivas referentes a las emociones con poca relación con los factores de personalidad. Son habilidades para percibir, asimilar, entender o manejar las emociones.
            b.- Modelo de personalidad. Considera la IE como una mezcla de habilidades emocionales y rasgos de personalidad, y las definiciones incluyen como optimismo, empatía, asertividad, etc.
Un hecho evidente en la psicología popular y académica es la creciente aceptación que las emociones tienen un papel clave en nuestra conducta. Las emociones nos permiten priorizar, actuar para satisfacer nuestras necesidades. Así, la experiencia emocional siempre es adaptativa porque detrás de cada emoción anida una necesidad.
En cierto modo, la insistencia en una la IE como un conjunto de habilidades ha permitido plantearse una serie de actividades de aprendizaje. Su popularización tiene que ver, en gran parte, con la correlación que existe entre la IE y el ajuste social, la satisfacción personal y el bienestar psicológico.

Ajuste social, satisfacción personal y bienestar psicológico

La felicidad es un concepto huidizo, que todos perseguimos y que solemos encontrar en contadas ocasiones. Podemos plantearnos un estado de satisfacción general, pero la magia siempre es fugaz y sorpresiva. Más allá de la felicidad, que se dice de muchas maneras, se trataría de analizar cómo uno puede convertirse en un “buen pensador constructivo”.  Un “buen pensador constructivo” posee habilidades de afrontamiento (coping) en estrés agudo o crónico.  Se trata adquirir capacidades para manejar, controlar y regular las situaciones amenazadoras o exigentes. El afrontamiento puede ser adaptativo o no-adaptativo. Adaptativo se refiere a los resultados positivos para el individuo (satisfacción personal, ajuste emocional, preservación de la salud…). Puede que las demandas del entorno sean insanas, que se asienten en unos valores profundamente inhumanos. Martin Seligman ha distinguido entre una vida agradable –tener el máximo número de placeres y habilidades para amplificarlos- y la buena vida –saber cuáles son nuestras habilidades propias y reconstruir todo lo que hacemos para utilizarlas el máximo posible-. Así, la satisfacción personal y el bienestar psicológico es el resultado de tener una vida significativa, estar conectados con valores más grandes que nosotros mismos.  


Modelos de déficit o de crecimiento

Normalmente se entiende que el trabajo de un psicólogo es averiguar qué nos pasa de malo. Este modelo de déficit, que ha sido durante muchos años el único modelo, va complementándose con un modelo de crecimiento. El trabajo del modelo de crecimiento es averiguar qué es lo mejor de nosotros –algo de lo que quizá no nos hemos dado cuenta- y hacer que lo utilicemos cada vez más.
La asepsia o neutralidad axiológica (no emitir juicios de valores éticos o morales) de la psicología científica implica que una inteligencia emocional alta no necesariamente iría unida a un estilo de vida repleto de virtudes.


Las competencias emocionales y los valores

Podemos utilizar las habilidades emocionales para el beneficio de los demás o para engañarlos y manipularlos. Los valores son imprescindibles para comprender que podemos poseer inteligencia emocional, pero no afectiva. Cuando la realidad no nos afecta –no nos conmueve- y nos sostenemos en valores inhumanos la inteligencia emocional se transforma en inteligencia manipulativa. La ciencia objetiva no se plantea el tema de los valores porque son subjetivos e inconmensurables, obviando preguntas en relación a la causa primera y la causa final. La ciencia describe, explica el cómo funcionan los hechos olvidándose del significado. El precio de la objetividad presupone olvidarse del significado. Existe una cara oculta en la IE, podemos utilizarla de una manera auténtica y natural o profunda y manipuladora.
Son los autores humanistas –Erich Fromm, Alfred Adler, Irvin Yalom, Víctor Frankl, entre otros- quienes más insisten en que es imprescindible vivir una vida con sentido, con significado. Por otra parte, los enfoques humanistas encontramos similitudes con aspectos de la IE: el trabajo terapéutico con las emociones y el trabajo de los valores humanos y actitudes prosociales como elementos del proceso psicoterapéutico. En la psicología humanista la emociones tienen un valor positivo, se entienden como un sistema de motivación y orientación. No podemos emitir juicios éticos sobre las emociones –si son buenas o malas- porque su objetivo primordial es asegurar nuestra supervivencia. Las emociones, que pueden ser agradables o desagradables, son imprescindibles tanto en la construcción del mundo interno como en la construcción de la comunidad humana. Entre la frialdad emocional, característica que define a los psicópatas, y una emocionalidad descontrolada, que nubla el juicio, hay un espacio que conviene dilucidar. Una emoción auténtica tiene que ser congruente con la necesidad. Nos tenemos que preguntar: ¿sabemos lo que sentimos?, ¿por qué sentimos eso?. La autenticidad, como valor ético, implica la posibilidad de expresarnos tal y como somos. La primera condición es conocernos, atrevernos a reconocer nuestras continuidades y discontinuidades. Cuando hemos alcanzado un determinado conocimiento de nosotros mismos se trata de ajustar nuestra idiosincrasia a la comunidad que nos ha permitido ser lo que somos.
  







martes, 7 de octubre de 2014

Un sudoku endiablado


Comenzó desanudándose la corbata para poder pensar mejor. Tuvo la inusitada idea que su cabeza estaría mejor irrigada quitándose el atuendo que le separaba del conserje greñudo y tatuado de su oficina. Mientras el conserje dedicaba todas sus horas a cuadrar sudokus endiablados, él vendía y compraba derivados financieros con los que ganaba o perdía una cantidad bochornosa de dinero.
Últimamente se sentía angustiado, maniatado a una cotidianidad asfixiante que se expresaba en sus ojeras moradas y rugosas. Le costaba conciliar el sueño y cuando se despertaba prematuramente le advenía una pesadez insidiosa que le acompañaba hasta bien entrada la noche. Ese lunes fue una excepción, durante todo el día se sintió liviano, hasta el punto que pudo olvidarse de sí mismo. No había perdido ni ganado mucho dinero, no se sentía alegre ni triste. Su estado era de una placidez extraña, una especie de mescolanza entre una tarde de domingo y una noche del viernes. Se miró en el espejo y se imaginó reflejado con greñas y tatuajes bárbaros. 
Con la imagen reflejada en el espejo se propuso malgastar su tiempo con el sudoku “difícil” del semanario financiero. No sintió ni un ápice de desazón por no leerlo, por obviar la información redundante. Dejó de pensar, de tomarse en serio. Quería jugar, divertirse, hasta aspiró a reírse de sí mismo.  
Al principio le fue fácil, los números evidentes le saltaban a la vista sin necesidad de concentrarse. Con cada número que encontraba iba afianzando su inquebrantable creencia en la lógica. Desde niño aprendió que con un método adecuado se puede resolver cualquier enigma. Fue en la adolescencia cuando albergó en su alma una superioridad hiriente: asumió que el fracaso es la consecuencia lógica de atrincherarse en ideas inadecuadas. Pensaba que cada uno tiene el destino que se merece, que la suerte es el artificio más banal de los cobardes.   
Se encalló durante cinco minutos, sin saber adónde dirigirse. Aún sosteniendo que existe una lógica era incapaz de verla. Su mirada desenfocada veía únicamente sendas inadecuadas, estaba atrapado en un encrucijada. Empezó a sentirse ansioso, a oscurecer la luminosidad de su lunes plácido. Pasaron cinco minutos más y fue capaz de vislumbrar la abulia de los fracasados: empezaba a sentirse acorralado, sin dar con el número clave. Su virtud no era la paciencia, su destino le había obligado a tomar decisiones desde la urgencia.
A menudo ganaba y a veces perdía, pero siempre ascendía. Progresaba, iba conquistando terrenos ignotos, nunca se había sentido atrapado en un callejón sin salida. Se sintió avergonzado, sin aceptar que un mago de la finanzas se viera atrapado por un sudoku, por muy endiablado que fuese. El conserje, con una parsimonia envidiable, los rellenaba con una facilidad asombrosa. Lo vio como una bailarina, que en sus movimientos armónicos no se traslucen las innumerables horas de entrenamiento. Pensó que la naturalidad de la inspiración se fragua en un sudor previo persistente y a menudo extenuante. Así, empezaba a vislumbrar que más allá de un método adecuado, quién verdaderamente decide es el carácter.          
Ese lunes, con sus greñas y tatuajes bárbaros, empezó a sospechar de su turbieza constitucional. Por primera vez sintió una grieta, una herida que le hacía vulnerable. No podía permitirse sucumbir, sentir el hedor del perdedor. Su carácter ganador estaba herido, supuraba con la derrota de un trivial sudoku endiablado. No se hundió en la desesperación, se olvidó del método y apostó. Sabía que podría ser el seis o el nueve, pero apostó por el más grande.
Ante el dilema escogió, se dejó llevar por el corazón. El camino del corazón, el espacio del gusto, de las preferencias y las sinrazones. Escogió el nueve porque el mes pasado llovió nueve días. No se atrevió a acabarlo, sabía que una vez escoges un camino no puedes desandarlo, que aciertas o erras.

martes, 23 de septiembre de 2014

El amor a un gesto exquisito.

-->

Estaba agazapada, parecía que estaba esperando a su príncipe alado para surcar el cielo abovedado de su futuro reino. Estimé que hasta ese momento su vida había sido trivial, que no había experimentado ningún acontecimiento digno de ser filmado o narrado. Con mi osadía sempiterna me imaginé que era un ser maniatado a los nimios quehaceres diarios, que detrás de su mirada esquiva habitaba el silencio.
Contemplándola sin decoro y acosada con mi mirada inquisitiva entrecruzó sus piernas con ademán sinuoso. Fue con ese gesto mecánico, inconsciente, elegante y exquisito cuando invoqué a las deidades para que me otorgaran a un rey padre moribundo. De pronto su apariencia residual y anodina se hizo central y acogedora.
Sus piernas arqueadas, esculpidas por un excelso demiurgo, custodiaban celosamente su primigenio centro de la vida. Se me apoderó el deseo imperioso de escarbar en sus entrañas. Así, empecé a soñar, a planear con mis majestuosas alas en el reino de la fantasía. Me sentí un príncipe alado con el firme propósito de saborear la fragancia de sus entresijos. Exhausto de tanto vuelo, volví a mirarla. Seguía con sus piernas entrecruzadas, poseída por la mirada altiva de la realeza.      

jueves, 26 de junio de 2014

Una aproximación a la psicoterapia online




Introducción
No podemos disociar la conducta de las cogniciones y de las emociones. Así, el objetivo de la terapia psicológica es trazar una hoja de ruta para que nuestra idiosincrasia se adecue al mundo de los hechos. Una terapia efectiva implica diseñar un tratamiento individualizado, asumiendo la realidad social y cultural del sujeto.
Se han propuesto diferentes metáforas para comprender las actuales sociedades occidentales: Bauman nos ha legado la “sociedad líquida”, Beck la “sociedad de la incertidumbre” o el español Castells “la sociedad en la red”.
Hay un consenso en cuanto que las nuevas formas de interacción social determinan la constante mutación de las estructuras psicosociales en las sociedades actuales. Las TICs (tecnologías de la información y la comunicación) han ido permeando la mayoría de los actos comunicativos, constituyendo lo que se ha denominado el “homo sapiens digital”.
Una intervención psicológica exitosa implica atender a la idiosincrasia del paciente, comunicarse en un mismo lenguaje. No podemos obviar que el medio determina la credibilidad del mensaje. Aristóteles en la Retórica distingue tres elementos básicos en un discurso con poder de incidir en la realidad: quién habla, para quién se habla y qué se dice. Podríamos añadir, principalmente en nuestras sociedades, en dónde se dice. Así, las TICs son unos actores imprescindibles para comprender dónde reside la autoridad.
Desde los albores de la psicoterapia su herramienta más determinante ha sido el propio psicoterapeuta, pero las nuevas TICs han abierto nuevas sendas. Discernir las ventajas o inconvenientes y su eficacia o ineficacia será uno de los debates más candentes en la salud mental.
A primera vista el principal beneficio es su accesibilidad. El objetivo no sería sustituir la terapia cara a cara por la psicoterapia online, si no explorar un nuevo modo de hacer llegar la terapia psicológica a las personas que lo necesitan, utilizando las TICs. Así, la accesibilidad implica una facilidad y oportunidad de recibir el servicio terapéutico desde donde queramos y sin desplazarnos.
La falta de tiempo y la soledad son quejas recurrentes que se manifiestan en una alta prevalencia de los trastornos ansiosos-depresivos en las sociedades desarrolladas. En este aspecto las TICs nos permitirán acomodar el tiempo de terapia a nuestra agenda y amortiguar la conciencia de soledad en cuanto las personas en terapia online pueden interaccionar con el psicoterapeuta en el momento que lo necesiten. Las TICs pueden crear un espacio íntimo para el paciente. El entorno virtual puede ser un espacio seguro para el paciente porque rompe la barrera del miedo y vergüenza de acudir al psicoterapeuta.
Se ha propuesto la hipótesis de la existencia de una nueva generación denominada “nativos digitales”, que serían los nacidos en la década 1980-90. La brecha digital supone una estratificación entre aquellos que están informados y aquellos que se han quedado fuera de las nuevas tecnologías.
Desde una perspectiva terapéutica tenemos que asumir los nuevos rasgos psicológicos de los “nativos digitales”. Así, son multitarea, prefieren un entorno gráfico al textual y un acceso aleatorio e hipertexual a la información, en vez del lineal propio de la secuencialidad, el libro y la era analógica. La creación de una realidad más icónica que textual, de unas tareas de enseñanza-aprendizaje más colaborativas y menos verticales comporta la necesidad de atender a las TICs como una herramienta necesaria en la psicoterapia.  

La Terapia cognitivo conductual

Se ha demostrado eficacia terapéutica en el abordaje de la depresión, leve y moderada, tanto con tratamientos psicofarmacológicos como con tratamientos psicoterapéuticos: Esta eficacia se ha analizado de forma independiente cada abordaje y/o forma coadyuvante ambos tratamientos. Una de las técnicas psicoterapéuticas con más experiencia clínica y evidencia científica para el tratamiento de la depresión es la Terapia cognitivo-conductual.
La TCC (Terapia Cognitivo conductual) apareció en los años 50 del siglo pasado, inspirándose tanto en terapias conductuales como cognitivas. El modelo basado en las conductas implica asumir que a partir de una situación, problema o hecho, se derivan pensamientos, emociones, sensaciones físicas y comportamientos, con interrelación e influencia de unos en otros.
La TCC es una herramienta terapéutica evidencia científica y clínica en el tratamiento de diferentes trastornos de la salud mental entre los que se encuentran los trastornos de ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo, pánico, agorafobia, bulimia, y trastorno por estrés postraumático entre otros. En lo que respecta al tratamiento especifico de la depresión, este abordaje terapéutico viene avalado por estudios sistemáticos de efectividad, meta análisis, guías clínicas, principalmente durante los últimos años. Una gran ventaja de la TCC es que se posee diferentes protocolos de intervención, válidos y fiables, para el tratamiento de la mayoría de los trastornos psicológicos.
Su leitmotiv es dar una respuesta al malestar del paciente, a través del análisis de sus cogniciones que modificándolas le permitirán sentir y, consecuentemente, modificar sus comportamientos. Así, se entiende que las emociones humanas están basadas en ideas y, por consiguiente, podremos controlar los sentimientos más intensos cambiando las ideas (Beck, 1983). En relación a la depresión se entiende que los factores ambientales y cognitivos son los responsables de la presencia de este trastorno, pues los últimos influyen sobre los efectos del ambiente en que se desarrolla la persona.

miércoles, 18 de junio de 2014

Mecanismos de defensa ante el duelo




“No te puedes bañar dos veces en el mismo río” Heráclito de Efeso

En nuestra existencia salimos para expandirnos y entramos para contraernos. Con la perspectiva que proviene de la memoria adquirimos un cierta identidad. Una identidad en un constante flujo, en un proceso de inquebrantable masticación que acaba deglutiendo las vivencias más insospechadas.
Vivir nos obliga a una constante dialéctica entre el apego y el desapego. Parece que tenemos que aprender a despedirnos del pasado para vivir el presente. La angustia emerge cuando somos conscientes que lo único que tenemos es el presente, que amándolo o odiándolo formará parte de un nebulosa que inmisericordemente agazapará las diferencias.
La teoría Gestalt ha propuesto que la experiencia tiene siete fases: sensación, conciencia, energitización, acción, contacto, realización y retirada. Así, cualquier experiencia requiere de un proceso de entrada y otro de salida. Cualquier bloqueo o distorsión en el proceso de la experiencia provoca desajustes psicológicos y sufrimientos emocionales. El sentido que para nosotros tenga este proceso de expansión y contracción nos proporcionará un determinado significado de la despedida.  La vida implica habérselas con las sensaciones. No las podemos obviar y aunque optemos por no comprenderlas un día u otro emergerán para mostrarnos que no nos podemos engañar a nosotros mismos.
Otro aspecto fundamental para comprender el significado de la despedida son los mecanismos de defensa, que nos servimos de ellos para atenuar el dolor de aquello que nos resulta insoportable. Se han propuesto los siguientes mecanismos de defensa:
            a.- Proyección. Atribuir a otros aspectos que proceden del propio interior.
b.- Introyección. No se diferencia entre lo mío y el ambiente. Tragamos sin masticar nuestra herencia.
c.- Retroflexión. Tomarse a sí mismo como blanco de la propia actuación. Hacemos de sujetos y objetos en el mismo tiempo.
d.- Confluencia. Fusión del organismo con el ambiente.
e.- Deflexión. Rebajar la intensidad del contacto.
f.- Desvalorización. Devaluar la experiencia que proporciona el contacto. No fundirse con el instante, poner límites.
g.- Desensibilización. Anestesiar la sensibilidad.
h.- Egotismo. Desensibilizarse de los otros.
Habitualmente la despedida se asocia a pérdida, aunque también nos podemos despedir de la toxicidad de ciertas personas o de una situación de insoportable sufrimiento. Podemos definir la pérdida:
            a.- Quedar privado de algo (amistad)
            b.- Fracasar en el mantenimiento de una cosa
            c.- Reducir de algún proceso
Hay diferentes tipos de pérdidas: de bienes materiales, vínculos afectivos, identidad, salud, seres queridos… El duelo sobreviene cuando la sensación de pérdida nos invade. Es un periodo de adaptación individual e intimo que finaliza cuando aceptamos la pérdida, cuando somos capaces de retirarnos amorosamente de la sensación traumática. Se ha establecido diferentes fases del duelo:
            a.- Encontronazo con la realidad
            b.- Negación
            c.- Experimentación del ira
            d.- Desorganización
            e.- Adaptación
El duelo normal tiene manifestaciones físicas y psicológicas (tristeza, enfado, culpa, impotencia, soledad, dependencias), conductuales (distraída, aislamiento social, llorar) y cogniciones (incredulidad, confusión, preocupación, alucinaciones). El cuadro clínico es muy parecido a la depresión.











sábado, 31 de mayo de 2014

Poesías mayo

El poder del instante

Saboreas el instante
mientras deglutes el pasado para olvidarte
y con tu hambre de futuro te vuelves distante
Habitas en las lejanías, en los confines de la imaginación
inmunizada del ensordecedor ruido de miedo
revoloteando como una grácil paloma con el cielo
Habitas en las lejanías, en el centro del corazón
invidente y anestesiada ante la maldad
haces de la pena una virtud
Risueña, alegre ante la adversidad
vives el instante como una eternidad


El intruso

Ansiando la magia
obvias la vida vivida
Viviendo ajena a tu tiempo
se te escapa el ahora
Con tu desmesurada esperanza
hilvanas tu ausencia
Con un intruso oportuno
haces presente tu olvido

viernes, 9 de mayo de 2014

El espacio de una psicoterapia integradora humanista




 El por qué de la psicología humanista

Tras muchos años de trayectoria e investigación en diversas universidades europeas y americanas, la psicología humanista ha alcanzado un estatus propio como tercera fuerza de la psicología en la actualidad. La visibilidad de un determinado modelo psicoterapéutico depende tanto de factores intrínsecos -las aportaciones  teóricas y las técnicas de intervención que ofrece a la comunidad de psicólogos- como de factores extrínsecos, que se correlacionan con el poder que emana de las instituciones.
Como nos legó Descartes empezamos a pensar cuando somos capaces de dudar, de entrecomillar, nuestra herencia. En este sentido, las psicologías humanistas se sentían incómodas con un enfoque atomista, con el reduccionismo, con el mecanicismo, con el determinismo, con la focalización exclusiva en la psicopatología, con una epistemología que únicamente aceptaba el método de las ciencias naturales, con la formación de escuelas cerradas y con las luchas de poder. Después de la tarea demoledora con la actividad creativa se va construyendo un nuevo andamiaje. Así, las psicologías humanistas comparten los siguientes fundamentos:
1.     Una posición holista y sistémica
2.     Un reconocimiento de la libertad y la creatividad intrínseca al ser humano
3.     Un estudio de las personas autorrealizadas
4.     El reconocimiento de las limitaciones de las metodologías científicas  
5.     La formación de escuelas como sistemas abiertos.
De la piscología humanista se deriva una psicoterapia humanista que asume los siguientes principios:
1.     El respeto al pluralismo en psicoterapia
2.     El crecimiento personal como meta
3.     La prioridad de las actitudes del psicoterapeuta
4.     La pluralidad y creatividad tecnológicas  
5.     La preferencia de lo “experiencial” respecto a lo “informativo”.
El movimiento humanista se inició en Estados Unidos por la necesidad de crear un modelo más holista, que incluyera dimensiones como el crecimiento personal, la capacidad creativa del ser humano o la importancia de la dimensión emocional y corporal. Las diversas escuelas, próximas o encuadradas, en el movimiento humanista, como la psicoterapia de la Gestalt (Fritz Perls), el Análisis Transaccional (Erich Berne), Bioenergética (Alexander Lowen) o autores como Carl Rogers, Erwin Yalom, Abraham Maslow o Rollo May han sido las fuentes principales que sustentan el modelo de la psicoterapia integradora humanista (PIH). implica

La psicoterapia integradora humanista (PIH)

Los principios filosóficos subyacentes en PIH son.
1.     Una perspectiva holista y sistémica, que implica que la personalidad del un individuo no es la suma o yuxtaposición de funciones o procesos (cognitivos, emocionales, conductuales, etc.), sino como un sistema o conjunto organizado idiosincrático, en constante evolución y desarrollo.
2.     Una perspectiva existencial, que implica un enfoque dinámico que se concentra en la preocupaciones enraizadas en la existencia del individuo.  
3.     Una perspectiva constructivista, que conlleva que todo ser humano goza de la creatividad necesaria para reconstruir su propia cosmovisión, afrontando sus bloqueos y distorsiones que le permitirán ser el protagonista de su propio guión de vida.
El objetivo de la terapia en el modelo PIH es la expresión de la personalidad creadora. En el proceso terapéutico subyace la idea que las personas somos capaces de superar los obstáculos psicológicos que nos impiden la apertura a la experiencia, a la independencia de juicio o la fortaleza del Yo. Para expresar la personalidad creadora se han propuesto diferentes técnicas de intervención, que conjuntamente con una intensa y sistemática investigación teórica para proporcionar unos principios filosóficos sólidos, han permitido trazar los postulados teóricos que sustentan a la PIH:
1.     Se admite la presencia de procesos no conscientes en el comportamiento humano.
2.     Es un modelo psicodinámico en cuanto asume las motivaciones como aspiraciones que estimulan a los seres humanos a determinados logros, además de aceptar la variabilidad de las motivaciones (aceptando la distinción entre motivaciones y metamotivaciones de Maslow). 
3.     Sostiene que los valores éticos constituyen un núcleo importante de la personalidad y con base a ellos constituimos nuestra identidad facilitándonos o impidiéndonos nuestra evolución personal hacía una autonomía en armonía.
4.     Aunque entiende que hay patrones consistentes de personalidad en la línea de Millon y Everly contempla el carácter original y único de cada ser humano. En el proceso terapéutico aspira al encuentro profundo, resaltando la importancia del vínculo terapéutico –adoptando las actitudes rogerianas de aceptación incondicional positiva).
5.     El terapeuta tiene un papel activo, además de escuchar empáticamente ofrece propuestas de exploración concretas y planes de acción.
6.     Es experiencial, concediendo un papel relevante a las emociones, la actividad imaginaria y a la intuición para abordar los bloqueos y distorsiones.
7.     Es tecnológicamente pluralista y ecléctico en cuanto sus intervenciones son fundamentalmente idiosincráticas, adaptando las técnicas tanto a las peculiaridades del sujeto como a los problemas que se pretenden abordar.