martes, 22 de marzo de 2011

LOS MOEURS DEL NUEVO TIPO DE SER HUMANO “DEMOCRÁTICO”, SEGÚN TOCQUEVILLE

Tocqueville, de corazón aristocrático, acepta desde la razón que la democracia social es una realidad providencial. Mientras la democracia social (igualdad) es una realidad histórica inevitable, la democracia política (participación y control) es una decisión libre de los ciudadanos.

Como pensador político nos lega una reflexión teórica sobre la existencia social y política del “nuevo tipo de ser humano” que se fragua cuando las sociedades democráticas sustituyen a las aristocráticas. Deliberadamente se aleja de las pretensiones del método científico que auparon el nacimiento de la sociología con Comte y, en cierto modo, esta rémora ha propiciado que se interprete principalmente como un historiador o como un agudo analista de las sociedades democráticas.
Su corazón aristocrático se alimenta con el derecho natural, fundamental e inalienable de todo ser humano a ejercer su independencia personal. Con las razones de la razón comprende que un “nuevo mundo” requiere una “ciencia nueva”, así el analista social y el historiador preceden al científico. El “nuevo mundo” a sus ojos se define por la democracia social, es decir, por una igualdad social “providencial”. Está igualdad social histórica e inevitable de las sociedades modernas origina unos específicos moeurs que definen a un “nuevo tipo de ser humano”, que sustituye al que prevalecía en las sociedades aristocráticas. No se interesa por las manières de las sociedades modernas, sino los moeurs que definen la “naturaleza” de sus individuos.
En el proceso de la civilización se produce una lucha básica entre lo que denomina force individualle y force publique. En el estado social demi-civilisé predomina la force individualle porque la force publique se encuentra mal organizada para proteger al individuo. En cambio, en el seno de un pueblo complètament éclairé el cuerpo social provee a sus miembros en todos los sentidos.
Le sorprende que en Estados Unidos, a diferencia de Francia, los ciudadanos hayan podido conservar force individualle. Investiga las posibles causas concluyendo que son los moeurs de los primeros pobladores guiados por la voluntad todavía más que las leyes, la causa determinante de la preponderancia de la force individualle en Estados Unidos.
La preponderancia de la force publique explica el proceso de civilización hasta las sociedades modernas, pero no las condiciones exclusivas que las separan de las sociedades aristocráticas. Sostiene que la condición que determinan los moeurs de los individuos en las democracias sociales es le mouvement social. En el “nuevo mundo” la aristocracia —permanencia y estabilidad— desaparece y las condiciones de las sociedades modernas le mouvement social, la mentalidad industrial y la religión independiente del poder político definen los moeurs de un “nuevo tipo de ser humano”.
No acepta ningún tipo de determinismo porque piensa que las instituciones sociales y políticas pueden propiciar las condiciones adecuadas que permitan la libertad individual en las sociedades modernas. Mientras en Estados Unidos los moeurs libres han creado instituciones políticas libres, en Europa las instituciones políticas libres deben de educar en moeurs libres a sus ciudadanos.
Los moeurs libres en las sociedades modernas se pueden alcanzar con unas instituciones políticas libres y, por lo tanto, la actividad social y política tiene un papel central y protagónico en una sociedad liberal.


Es como pensador político cuando postula que la democracia segrega los antídotos para sus propias enfermedades, pero a lo largo de su obra las contradicciones persisten porque el nervio de su reflexión bascula entre la necesidad de una autoridad política con potestad para ordenar la vida social y su ideal de independencia individual, que presupone que el individuo puede resistirse a las autoridades políticas establecidas. Esta impresión de confusión se disipa cuando reconocemos que tras las generalizaciones excesivas y prematuras sobre la democracia en general, se encuentran tanto percepciones profundas de una probable causalidad social de las sociedades democráticas como de la psicología individual del “nuevo tipo de ser humano” que surge con la igualdad social.

lunes, 21 de marzo de 2011

La actitud creadora

1.- LA CREATIVIDAD EN LOS DISTINTOS PARADIGMAS PSICOLÓGICOS

El paradigma E-R, aún dentro del enfoque neoconductista no ha sido proclive a abordar el tema de la creatividad.
El paradigma psicoanalítico se ha fijado con preferencia en la experiencia creadora del artista. Para Freud la creatividad viene a reducirse a una expresión de un estado neurótico o psicótico, o bien a una manifestación derivada de los impulsos sexuales y agresivos. Ana Freud explica el comportamiento creador como sublimación de la libido, es decir, como un mecanismo de defensa.
El paradigma psicométrico es el que presenta una producción cuantitativamente espectacular sobre la creatividad. El autor destacado es Guilford con sus aportaciones sobre el pensamiento divergente y la elaboración de escalas sobre el mismo.
El paradigma cognitivo aborda preferentemente aspectos complejos del psiquismo, pero desde mi punto de vista se centra en aspectos cognitivos, mientras me interesa señalar aspectos personalísticos (estructurales y dinámicos) y psicosociales (especialmente actitudinales).
Para el esclarecimiento de mi hipótesis tanto Adler, como Rank y como Erich Fromm son autores relevantes. Adler señala la presencia de un poder creativo en todo ser humano. Este poder constituye un factor desencadenante del comportamiento singular de todo individuo, en combinación con las potencialidades innatas y los influjos del entorno social. Para Rank, el hombre creador es un sujeto humano que ha logrado alcanzar la plenitud de desarrollo, superadas las fases del “hombre medio” y del “neurótico”.

2.- LA CREATIVIDAD PARA ERICH FROMM

Fromm, alejándose de Freud, considera que la personalidad creadora constituye una alternativa positiva. Se centra en la actitud creadora y nos da unas primeras respuestas sobre las condiciones para su desarrollo:
a) capacidad de asombrarse
b) capacidad de concentrarse
c) sentirse origen de los propios actos
d) capacidad de aceptar el conflicto y la tensión de la propia polaridad
e) disposición a renacer cada día
Estas condiciones a nivel educativo tienen claros efectos y nos permite tomar algún tipo de decisiones. La capacidad de asombrarse se asocia con la apertura a la experiencia o la flexibilidad y en cierto modo el objetivo es ir haciendo que los niños no pierdan esa capacidad de preguntarse, de asombrarse por el acaecer. La capacidad de concentrarse es imprescindible y podríamos plantearnos los límites con cierto carácter obsesivo-compulsivo de los creadores. Sentirse origen de los propios actos se relaciona con el locus de Rotter (interno o externo). La capacidad de aceptar el conflicto nos lleva al gusto por la complejidad. Finalmente, la disposición a renacer cada día es el requisito indispensable para ver desde diferentes aristas el mismo hecho.
Por otra parte, Fromm señala los obstáculos para la creatividad: el autoritarismo, la destructividad, y la conformidad automática. En el campo educativo las reflexiones de Fromm me parecen pertinentes y audaces.

3.- LA ACTITUD CREADORA

Me he centrado en Fromm porque resalta que lo esencial de la creatividad no lo constituye el hecho de la realización de productos originales, si no la actitud creadora. Un producto creador requiere de la confluencia de otros factores como talento, estudio, práctica, ciertas condiciones económicas y sociales, que permitan a una persona desarrollar su talento por medio del estudio o la práctica.
La actitud creadora no es algo exclusivo de los genios, científicos, inventores o artistas. Cualquier quehacer, importante o no, de la vida cotidiana puede ser experimentado o no de forma creativa en mayor o menor grado. Los responsables de la educación tendrían que comprender que se puede enseñar a lograr un estilo peculiar en el modo de percibir, pensar, emocionarse, motivarse, decidir, de carácter muy personal, idiográfico, fiel a uno mismo.

4.- LAS ACTITUDES CREADORAS

La pregunta inicial me la planteé desde la psicología de los rasgos, pero a medida que he ido leyendo me he percatado que la pregunta se ha transformado; ¿qué actitudes propician los actos creativos? Por honestidad intelectual tengo que mostrar que me inscribo intelectualmente y personalmente en la psicología humanista. Soy consciente que ha sido socavado por múltiples frentes, que la terapia gestalt, el análisis transaccional, las oniroterapias y el trabajo psicorporal han sido bombardeados insistentemente desde le paradigma cognitivo-conductual mayoritario. Con todo, el afán integrador, con todas las cautelas posibles, me hace delinear tres actitudes de la personalidad creadora (que no es exclusiva de los superdotados).
a) Apertura a la experiencia
b) Independencia de juicio
c) Fortaleza del yo
Esta creatividad entendida como actitud, rasgo de carácter, estilo de vida, no está condicionada a la existencia de unos talentos especiales y puede ser desarrollada por cualquier individuo. En relación a la asignatura entiende que se puede sostener que solamente en la conducta infantil puede apreciarse de hecho el potencial creativo como algo universal, mientras que entre los adultos parece constituir una cualidad más bien excepcional. El proceso creador ha sido frecuentemente asemejado a la solución de problemas. Así, a nivel educativo tendríamos que plantearnos la posibilidad de crear las condiciones necesarias para potenciar las actitudes creadoras. Se trata de enseñar “aprender a aprender”, no “adoctrinar”. Pienso, que desde actividades educativas que permitan cultivar las tres actitudes (apertura a la experiencia, independencia de juicio y fortaleza del yo) lograremos desarrollar la creatividad de cada uno de nuestros alumnos.