domingo, 1 de junio de 2008

Debate Zapatero-Rajoy

INTRODUCCIÓN

En primer lugar creo que tenemos que distinguir entre tensión y crispación. Un debate de estás características, desde un plano de eficacia comunicativa, tendría que incluir cierta dosis de tensión evitando la crispación. En términos generales la primera impresión que han transmitido ambos contertulios es la idea “que sí no votas, ganarán ellos”. No han vendido un sueño, sino una pesadilla. Por otra parte debido al contexto televiso y a su trascendencia para las elecciones más que un diálogo ha sido una sucesión de monólogos perfectamente estudiados dirigidos para movilizar el voto en determinados sectores. Cada uno se dirigía a su propio público y han planteado todos los bloques como una serie de asaltos de una batalla que más que propuestas para el futuro se dirimían habilidades de comunicación de los postulantes.

No voy a entrar en quién fue el que gano o no el debate, pero desde mi punto de vista Zapatero ha manejado algo mejor lo no verbal que Rojoy.

La teoría sistémica propone la diferencia entre lo “digital” y lo “analógico”. Lo “analógico” sería el contexto y lo “digital” lo que se dice textualmente. Como seres que interpretamos lo “analógico” adquiere un papel determinante. En lo “analógico” entran el lenguaje de los gestos, de las miradas, de las entonaciones, de las posturas y hasta de los silencios. Lo que debe hacernos reflexionar es que tenemos control sobre lo que decimos, pero no tanto sobre lo que transmitimos en lo no verbal. La ciencia de la comunicación ha mostrado que las incoherencias entre lo dicho y el lenguaje no verbal es uno de los problemas fundamentales para la eficacia comunicativa.

La escuela de Palo Alto estableció el axioma que uno no puede no comunicarse. Sabemos que todo es comunicación, los gestos, la indumentaria, las inflexiones de voz, la proxemia, la prosodia y estos aspectos no verbales son los que pretendo analizar en el informe.

El debate es un fenómeno psicológico muy interesante porque cada espectador acaba viendo lo que quiere ver. No hay una mirada neutra porque las expectativas (o su carencia) que cada uno llevamos influye decisivamente en lo captamos. La imagen previa que tenemos de los candidatos nos condiciona a la hora de percibir lo que se da en el debate y acabamos viendo sólo aquello que confirma nuestras creencias. Decía Ortega y Gasset que en las creencias estamos y las ideas las tenemos. Sostengo que como psicólogos nuestro objetivo es lidiar con ideas para alcanzar ciertas dosis de objetividad. Mi postura epistemológica se cimienta en la teoría weberiana que sostiene que cuando nos planteamos las preguntas incluimos nuestros valores, pero una vez planteadas tenemos que guiarnos por la asepsia en relación a los valores. Ha recibido muchas críticas una ciencia axiológicamente neutra, pero el intento me parece que legitima la necesidad de las ciencias sociales.

Las personas que se sitúan en los extremos polarizados (con creencias muy firmes) se impermeabilizan al discurso de las ideas. Son los que se sitúan en el centro y lo que se mueven con unas creencias imperturbables que pueden ser más sensibles al debate por dos razones fundamentales:

1.- Son más sensibles a consideraciones no ideológicas que el resto de los polarizados.

2.- Tienen dificultades para integrar en un mismo esquema cuestiones heterógeneas.

CONTEXTO

Hay dos interlocutores activos y directos, Zapatero y Rajoy. Hay un público (presente en la sala y delante de las televisiones). El espacio de comunicación es triangular que entre los dos contertulios y el público. El presentador aspira a ser invisible, mientras ellos se comunican como un mero pretexto para hablar al público. Gran parte del público sabe que la mayoría de argumentos verbales se cocina de antemano, que se van a repetir los slogans de campaña, que los discursos no son improvisados y se dirigen a buscar las fortalezas de uno y las flaquezas del contrincante. Así, en este debate los políticos saben que el valor más importante es la confianza y, por consiguiente, saben que es tan esencial controlar el “cómo” se dice como el “qué” se dice.

El medio televiso, a diferencia del radiofónico, no sólo permite escuchar el discurso sino además ver cómo esté se dice: el qué y el cómo. No hay duda que en los medios radiofónicos también hay una comunicación no verbal, como el tono, los silencios, las pausas o la cadencia del lenguaje, pero el contexto televisivo nos permite analizar de un modo más rico todos los elementos de comunicación no verbal. Cómo la comunicación con el público es preponderante van a esforzarse para transmitir sus virtudes morales, la estabilidad de su personalidad, su talante, su clarividencia, sus esperanzas o sus temores.

La mesa es grande, pero no da la sensación de empequeñecer a los contertulios. Están de cara a cara y el moderador esta equidistante entre los dos. Se puede observar que se pretende la invisibilidad del moderador: los candidatos están de cara a cara y no tienen ángulo visual del moderador. Desde su posición el moderador tendría grandes dificultades para moderar un debate muy crispado (al estar en el centro se le concede relevancia). El formalismo desmesurado del presentador nos puede hacer pensar dos cosas, que el debate va en serio y que el objetivo es evitar la crispación. Sabemos que todo esta pactado entre los dos partidos, pero algo importante en el análisis de la comunicación no verbal es que el público tenga la sensación que todo es natural, que no hay detrás una preparación exhaustiva (cuando se percibe artificialidad se resta credibilidad a los contertulios).

PROXEMICA

Ambos se saludan de forma protocolaria y no podemos distinguir claramente la forma de estrecharse la mano. La forma de estrecharse la mano nos indica simpatía o antipatía.

La indumentaria de Zapatero ha transmitido más proximidad que la de Rajoy, pues Zapatero ha elegido su ropa habitual. Zapatero, a diferencia de Rajoy (que no le dio una imagen muy correcta), ha aparecido con el traje abrochado. Curiosamente han elegido corbatas que difieren de los colores oficiales de cada partido: el azul es más propio de los conservadores y el rojo de los socialistas y Zapatero utiliza el azul (más institucional) y Rajoy el rojo (más juvenil). Zapatero con su traje se enviste como presidente, mientras Rajoy aparece más estival.

Rajoy se tiñe el pelo, contrastando con su barba canosa (que se la ha dejado desde que tuvo un accidente) confiriéndole un rostro endurecido. Zapatero tiene unas canas casi imperceptibles con un peinado de estudiante modoso (sin rayas y más bien corto).

La angulosidad de las cejas de Zapatero nos puede parecer extraña por dos razones: en otras ocasiones ha suavizado sus formas intentando disimular su aspecto diabólico o se enfatizan como una imagen de marca personal. Rajoy ha utilizado el bolígrafo de una forma más inquisidora que Zapatero (Rajoy lo utilizaba para enfatizar su discurso, mientras Zapatero tomaba notas).

PARALENGUAJE Y KINESIA

Parto de la hipótesis que lo primero que valoramos de un candidato es la autenticidad y su capacidad de transmitir confianza. Más allá de la veracidad o del engaño nos interesa la percepción que se transmite (a veces gana quien miente mejor y el que miente mejor es que cree sus propias mentiras). Me he fijado en el autoconvecimiento que han sido capaces de transmitir.

En lo verbal Zapatero tiene un curso de lenguaje más lento que Rajoy. La lentitud de su lenguaje puede responder a dos razones: se da tiempo para pensar (que le restaría espontaneidad) o que piensa despacio (el lenguaje es traducción del pensamiento). Por otra parte, también es plausible plantearse que la lentitud del lenguaje es un estrategia de comunicación en la medida que hablar con parsimonia hace que la gente le siga (hay que ir con cuidado porque si habla muy lentamente lo que se consigue es aburrir al público). Zapatero lleva un ritmo entrecortado, arrastra las palabras y monosílabos, quizá porque teme el silencio que se produce en las frases mientras piensa. Asimismo habla encorvado y con la cabeza adelantada y no transmite fuerza. Rajoy no junta los incisivos superiores con los superiores y pronuncia una “ese” sucia. La cadencia de Rajoy ha dado más fuerza a su discurso. Ejemplos curiosos tenemos la forma de hablar en ráfagas de Manuel Fraga que no se le entendía lo que decía. Un ejemplo que me fascina es el de Fidel Castro que con su hablar pausado e interminable adormece y fascina al mismo tiempo. En relación al tono de voz y a los gestos a Zapatero (que de natural tiene más recursos que Rajoy) transmite la sensación que sobreactúa y no se muestra natural. Rajoy más fiel a sí mismo transmite un tono autoritario que da la sensación de un hombre de orden y con las ideas claras. Zapatero se esfuerza por parecer un ser dialogante, mientras Rajoy se postula como un gestor que va a cambiar los desastres actuales. El tono de Rajoy es socarrón e irónico, mientras Zapatero se esfuerza por presentarse como conciliador. La capacidad de Rajoy de presentarse como un hombre serio con golpes de humor no se ha visto en este debate. En el tono de voz y los gestos se trasluce que Zapatero está sobreactuando, teatralizando (esta en tensión porque muestra un parpadeo compulsivo). A lo largo del debate la postura de Rajoy ha ido enderezándose (al principio ha mostrado una postura hacía atrás que mostraba suficiencia), mientras Zapatero se ido escurriendo de la silla sentándose en el mismo filo.

Zapatero transmite más optimismo que Rajoy. El consustancial optimismo antropológico de Zapatero contrasta con un catastrofismo de Rajoy que acongoja. En la primera parte del debate Zapatero no se ha mostrado crispado, pero en la segunda parte se ha mostrado tenso y en algunos momentos enojado. Rajoy ha transmitido más ira porque en cierto modo parece que se siente perdedor y lanzado algunos cartuchos cargados de descalificaciones. Rajoy ha sido capaz de poner nervioso a Zapatero y lo consiguió cuando analizamos en la comunicación no verbal los carrillos de Zapatero (verbalmente también cuando recurre a frases vacías cuando contesta a su rival con frases como “amigo de la democracia” o “dialogo”). Rajoy ha atacado para desestabilizar y en la segunda parte del debate Zapatero se ha mostrado más tenso que en la primera (interrumpiendo a su rival en muchas más ocasiones). Rajoy ha prescindido de la ironía que es un recurso muy natural en él, mientras Zapatero se ha mostrado más fluido en su lenguaje (más lento en sus discursos habituales). El humor ha brillado por su ausencia. El “sosoman” Zapatero ha sido fiel a su papel y Rajoy ha renunciado a su ironía gallega.

En la primera intervención Rojoy comienza muy crecido dirigiéndose a los espectadores preguntándoles. Parece que busca complicidad intentando engarzar su discurso con las preocupaciones cotidianas del público. Zapatero se esfuerza por aparecer moderado, el depositario del manido “talante”, frente la crispación gestual de Rajoy. Los gestos de Rajoy transmiten más crispación -ojos extremadamente abiertos, más sudorosa la frente y más brusco en su movimientos-. En relación al debate en clase sobre la los ojos de Rajoy he constatado que miraba el reloj que tenía situado en su izquierda (de hecho en el segundo debate se pactó la necesidad de poner el reloj en el centro). Zapatero ha mantenido casi siempre la mirada intensamente fija a Rajoy, sin bajar la vista (incluso cuando era acusado). Rajoy no mostraba los gráficos adecuadamente (tampoco lo ha hecho muy bien Zapatero) y la cámara a veces lo enfoca con el rostro inexpresivo. A nivel postural Zapatero estaba excesivamente encima de la mesa, pero poco a poco su postura de defensa ha ido evolucionando a una postura de ataque. Por otra parte Zapatero no ha mostrado gestos bruscos (tipo de artes marciales) que más que autoridad denotan autoritarismo (gesticuló con las manos siempre extendidas, con las palmas hacia abajo y con un movimiento que transmitía moderación. Zapatero ha mostrado un poder de autoconvicción -o autoengaño- superior a Rajoy. Zapatero se cree más lo que dice, al margen de que sus afirmaciones sean más o menos veraces.

Hay un tipo de análisis muy revelador que muestra cómo según la temática la comunicación no verbal cambia. Se trata de quién tiene el poder. Así, en temas económicos Rajoy con su microeconomía fustiga con seguridad a Zapatero (con la insistencia en la macroeconomía) y en políticas sociales Zapatero se siente seguro que Rajoy (que carga todas las tintas en la inmigración).

En el discurso final Rajoy ha intentado aflorar los sentimientos paternales con su niña. Ha utilizado un lenguaje que no dice nada que como un padre se va a ocupar de hacer una niña muy integrada en la sociedad. Zapatero aparece como un gobernante experimentado, utilizando el yo efectivo del poder comprometiéndose a crear las condiciones para crear las condiciones para tener suerte y ocuparse de los desfavorecidos.

INTERPRETACIÓN DE LOS DISTINTOS MEDIOS

Todos hemos visto el mismo debate, pero las interpretaciones son múltiples. Desde la tesis kantiana que sostiene que es el sujeto quien pone las condiciones del conocimiento y no el objeto me propongo analizar cómo diferentes medios nos empaquetan diferentes sentidos. He comprado tres diarios representativos para analizar sus opiniones, fijándome en sus opiniones sobre la comunicación no verbal, para analizar cómo se va construyendo la realidad. Igual que los contertulios se dirigían a su público (aún más pretendían crear público fiel a ellos), los diarios responden a unas determinadas líneas editoriales.

EL PAÍS: En su editorial “Como la legislatura” critica la escasa calidad del cara a cara por dos razones:

1.- Rigidez del formato

2.- Diálogo de sordos entre ambos

En artículos destaco el de Soledad Gallego-Díaz que afirma que mantuvieron un tono poco amable y que ambos intentaron llegar a los ciudadanos mediante el sentimiento. Por otra parte la interpretación de Josep Ramoneda sostiene que Rajoy parecía tener una única obsesión: que los voceros de a derecha no le riñeran por haber sido demasiado débil.

EL MUNDO: En la portada “Un Rajoy siempre al ataque obliga a Zapatero a escudarse en el pasado”. Considera que el líder de la oposición arriesgó más, utilizando un “tono incisivo e irónico sin caer en la incorrección”. En su editorial “Un convincente Rajoy pone en aprietos a un firme Zapatero”. Por su propia mirada da ganador a Rajoy por su “concreción y lenguaje directo”.

En los artículos destaco el de David Gistau “Rajoy está vivo, mira a los ojos y ha logrado que Zapatero salga del campo de todas las heridas marcadas en la espalda, que es donde las llevan los que esacapan”.

ABC: Más conservador prone “Arrinconó a Zapatero en educación, inmigración, precios y ETA”. En su editorial “Zapatero se mostró progresivamente inquieto y tenso…, mostrándose incapaz de sobreponerse a los argumentos concretos, realistas y documentados del candidato popular, quien se veía más cómodo a medida que avanzaba el debate”.

De los artículos destaco los de Daniel Ureña “El mejor Rajoy de esta legislatura apareció durante muchos minutos de la noche. Zapatero es un magnífico comunicador. Dominio el medio televisivo y sabe cómo gesticular cómo dramatizar y mirar a la cámara.” Angel Collado “Un Zapatero tenso, con la ceja disparada y la mirada torva, replicaba a un Rajoy suelto, sonriente por momentos, que se veía satisfecho. El enfrentamiento del peor Zapatero televisivo frente al Rajoy de su nueva imagen añadirá aún más interés a la campaña”.

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